El preciado (suponemos) contenido se presenta en un decantador único realizado en cristal de Baccarat, diseñado especialmente en negro y partiendo de un modelo de frasca original del siglo XVI encontrado ya en el XIX en un antiguo campo de batalla de la misma región francesa de Cognac, y trabajado de un modo absolutamente manual por un conjunto de nada menos que 20 artesanos especializados en ese tipo de cristal.
Hallazgo casual
Mientras que el Rémy Martin regular Luis XIII se compone de un blend de más de 1.200 coñacs de entre 40 y más de 100 años de antigüedad, el nuevo producto presentado tiene la peculiaridad de que procede de un barril único que la actual master blender de la marca, Pierette Trichet, descubrió hace tan solo seis años mientras realizaba sus rondas habituales para establecer el normal inventario de la bodega.
Pierette Trichet es la primera mujer que ocupa una posición tan técnica y comprometida en la historia de los cuatro grandes destiladores de la región, Rémy, Courvoisier, Martell y Hennessy, que constituyen el grueso de la producción nacional francesa de cognac y asegura que “dada la magnificencia y armonía del contenido hallado -por cierto, procedente de un tonel de un formato mucho más grande y más viejo que los que se utilizan hoy en día- le pareció casi tan perfecto que finalmente decidió que fuera embotellado individualmente”.
Como para pedirlo en un bar
Naturalmente, esta extraordinaria partida no va en ningún caso encaminada al sector de hostelería, sino por el contrario al muy particular y restringido consumo –o casi coleccionismo– personal y de muy alto nivel. Baste si no, una sencilla reflexión procedente de un consumidor habitual de la calle: si la botella, así de entrada, vale ya alrededor de 11.250 euros, la dosis normal que a uno le servirían en un establecimiento público (más o menos 70 mililitros) se pondría, solo a precio de coste, en un precio de unos 1.000 euros, una cantidad que con los márgenes de beneficio habituales y necesarios en hostelería quedaría para el alarmado cliente que la hubiera pedido en el módico precio de 2.500-3.000 euros. Como para pedir otra copita.