El interior de Brighton sigue también de alguna forma el esquema tradicional de ciudad inglesa, por una parte, con sus ordenadas hileras interminables de edificaciones victorianas y, por otra, de villa turística con varias zonas -las South y North Lanes- de estrechas calles y sinuoso trazado para uso peatonal, llenas de restaurantes, pubs y tiendas variadas por donde pasear tranquilamente dedicando el día al shopping y el atardecer a las inevitables pints o half pints de las variadas y opinables cervezas británicas.
Una aparición
Y junto a este escenario claramente british-touristic, entre la playa y la verde campiña, surge, como por aparición – contrastando absolutamente con la imagen de Brighton- un delirante palacio, el Royal Pavilion, construido en un estilo marcadamente hindú a imagen y semejanza del Taj Majal, y rodeado de hermosos jardines. Para completar el exótico panorama, el diseño interior está fuertemente influido por los estilos chinoiserie y mogul, con una decoración abarrotada de llamativos elementos asimétricos lacados, porcelanas varias, conjuntos de té, etc.
El palacio fue pensado como residencia real, un retiro a orillas del mar para el entonces Príncipe Regente, quien más tarde sería Jorge IV. Un sitio “discreto” en el que, alejado de la Corte, el príncipe pudiera tener relaciones con su primera mujer, María Ana Fitzherbert, con la que se había casado en un matrimonio ilícito, pues ella era católica.
No existe constancia documental de lo que Jorge IV entendía por “discreto”, pero el resultado ahí está: el delirante Royal Pavilion, en Brighton.