Desde aquel momento, el Bosque de Oma pasó a ser objeto de discusiones variadas: ¿Se puede interferir en la naturaleza modificando su forma original? ¿Estamos hablando de una aportación artística o, por el contrario, de un destrozo organizado? ¿Es esto arte?
Sin duda, todas son preguntas sin respuesta a menos que se haya visitado el bosque y disfrutado de la magnífica obra de Ibarrola. Porque no se trata simplemente de unas cuantas pinceladas, pintadas o manchas realizadas sobre los árboles, sino de un espectáculo que hay que ver para valorar: figuras que se van formando a medida que uno avanza por los diferentes caminos, pero que en cada espacio particular del bosque no producen la más mínima interferencia, formas que se conjuntan a base de pequeñas intervenciones en distintos troncos y que una a una no se distinguen sino como un pequeño toque de color en cada uno de ellos, pero que en su conjunto forman una imagen única, perspectivas obtenidas a base de rasgos dibujados en diferentes hileras de árboles…
También para los más pequeños
Y sobre todo para los más pequeños. Es una manera natural de acercarles al arte y la naturaleza de una sola vez. Disfrutarán descubriendo ojos, labios, arcos iris, figuras humanas, líneas que parecen no querer decir nada y que cuando las observamos desde el punto preciso forman una enorme figura…Déjeles a su aire en este bosque animado y verá como ellos sí entienden el arte y la magia que lleva escondidas en su interior.
De las Cuevas de Santimamiñe ya hablaré en otra ocasión.