El gran protagonista del valle es el románico lombardo, situado históricamente entre el Prerrománico y el Románico pleno (s. XI y XII). Iglesias como Sant Climent de Tahull, emblema de toda la comarca, Santa María de Tahull, Santa María de L’Assumpció de Cöll o Santa Eulalia de Erill la Vall, entre otras, han avalado que el valle de Boi haya sido declarado recientemente Patrimonio de la Humanidad. Como características especiales destacan su difícil y elaborado trabajo en la piedra, las cabeceras de gran tamaño y la esbelta y elevada figura de sus torres campanario, alguna de hasta siete pisos de altura.
Y entre ermita y ermita… la naturaleza. Hasta en este sentido resulta privilegiado el Valle de Boi, dada su cercanía al increíble Parque Nacional de Aigüestortes, cuya principal seña de identidad son sus más de 200 lagos, los imponentes riscos de «Els Encantats» y sus característicos meandros de alta montaña, que hacen de él un verdadero paraíso para los amantes de la naturaleza. Estos diferentes hábitats constituyen el hogar de multitud de plantas y animales, entre ellas especies protegidas, alguna en peligro de extinción o extinta ya fuera del parque por la degradación del medio, e incluso algún endemismo pirenaico.
En definitiva todas estas características convierten al parque en un particular conjunto con un alto nivel de biodiversidad.
Románico lombardo y naturaleza en plena forma. ¿Alguien da más?