Situada en el Pirineo Occidental de Navarra, entre los valles de Aezcoa y Salazar, la Selva de Irati constituye un gran atractivo todo el año. El paisaje es una sucesión permanente de pequeños cambios y acontecimientos: la explosión verde de la hoja en primavera, el pasto y mugido del ganado en verano, la extraordinaria policromía de rojos, violetas y marrones en otoño mezclados con el siseo del viento, el silencio del invierno, con el blanco de la nieve…
Y numerosas posibilidades de paseos y travesías, gracias a una red de 20 senderos balizados, señalizados según su longitud y complejidad, de modo que en cualquier edad y forma física se pueda disfrutar del interior y los secretos del bosque. Y es que una vegetación tan bien conservada ha sido durante siglos el mejor hábitat y refugio para numerosas especies: 23 tipos de aves diferentes, ciervos, jabalíes, martas, zorros, tajudos y corzos, todos ellos a nuestra vista si tenemos un poco se suerte y respeto a su entorno natural.
Muy próxima ya a la frontera con Francia, el acceso más recomendable a la Selva se realiza por el valle de Salazar, desde Ochagavía. Porque este pequeño pueblo situado a 764 metros de altitud, en el extremo más septentrional del valle, es, desde sus orígenes en el siglo XI, una de las localidades más pintorescas del Pirineo navarro por la estampa que ofrece con su puente medieval, sus estrechas calles empedradas y el cuidado caserío alineado en torno al río Anduña, que a partir de allí pasa a ser el río Salazar.
Euskera salacenco
Las casas son de piedra, con tejados empinados a dos o cuatro aguas y dinteles y balcones labrados. Destacan algunos palacios medievales como los de Urrutia, Iriarte y Donamaría y algunas casas blasonadas de los siglos XVIII y XIX.
También es interesante la arquitectura religiosa, como la iglesia de San Juan Evangelista, una obra con restos medievales y de los siglos XVI y XVII que conserva el tejado de tablillas típico de las edificaciones salacencas hasta principios del siglo XX o el Santuario de Nuestra Señora de Muskilda, ermita románica del siglo XII, situada a cuatro kilómetros de Ochagavía sobre una colina. Un bonito paseo a pie.
Y una curiosidad añadida: la presencia del euskera salacenco, prácticamente perdido. Desde el propio nombre del pueblo Otsagabia (otsoen abia, nido de lobos), pasando por las denominaciones de los barrios (Urrutia, Irigoyen, Iribarren, Labaria), hasta los parajes situados en los alrededores, vocabulario utilizado en las casas… Incluso se conservan textos escritos en euskera salacenco de Zoilo Moso, Federico Garralda, Ziriako Garralda, Pedro José Sanper y José Urrutia.
Por si le faltaba algo al pueblo.