El resultado es una serie fascinante compuesta por diez litografías en blanco y negro de gran tamaño que, a pesar de su carácter experimental, son de gran calidad. En ellas ya aparecen, además, los dos símbolos tan característicos que seguirá utilizando en su obra: las dos cruces y las dos diagonales cruzadas.
Dos perspectivas
A partir de entonces, el artista vuelve una y otra vez a este medio de expresión, creando numerosas planchas que a menudo serán utilizadas para la elaboración de libros. El libro es, en efecto, un tema constante en su obra grabada, que Tàpies realiza desde la doble perspectiva de artista y bibliógrafo, perspectivas que a veces pueden parecer en desacuerdo a causa de su tendencia a jugar con las reglas, con los límites del libro hasta amenazar su integridad. En el grabado, más que en su pintura, Tàpies expresa algo fundamental: su pasión por el juego y su sentido del humor. Es en el grabado que los paralelismos con el admirado Miró se hacen más evidentes.
Es posible que esta espontaneidad esté estrechamente relacionada con el trabajo gráfico. En él, el artista trabaja de manera indirecta, sin ver plenamente lo que hace y, en el momento de revelar el resultado del soporte sobre el papel, éste puede ofrecer sorpresas inesperadas. De allí surge la peculiar poesía del grabado, donde el material posee una libertad y una autonomía que no tiene en otros contextos.
Presentando la serie completa de litografías de 1959 y algunas obras posteriores, la exposición invita a contemplar esta interesante faceta del artista y permite apreciar su evolución en este campo. Tàpies siempre valoró el grabado por las posibilidades artísticas que ofrece y por su facultad de hacer que el arte sea asequible a un número más amplio de personas.
Madrid. Antoni Tàpies. 50 años de litografías. Galería Joan Gaspar [1].
A partir del 24 de marzo de 2010.