“Ver trabajar a Andy me daba gran placer. Me encantaba hacer entrevistas con él. Su forma de trabajar era muy diferente. Yo podía pasar horas investigando sobre las personas que íbamos a entrevistar. Sin embargo, Andy formularía preguntas que al principio podían parecer bobas, incluso infantiles, preguntas que aparecían de repente. Las respuestas que obtenía eran siempre interesantes y reveladoras. Era todo un carácter, un individuo realmente único. Juntos entrevistamos, entre otros, a Spielberg y a Sting para Interview Magazine. También fuimos a la Casa Blanca para entrevistar a Jack Ford, el hijo del Presidente de los Estados Unidos Gerald Ford”.
“A Andy le encantaba comprar en mercadillos y buscar gangas; también le gustaba visitar casas de subastas y comprar a los comerciantes locales. Le obsesionaba coleccionar. Tras su súbita muerte en 1987, Andy dejó una casa de muchas habitaciones. Solo había vivido en dos de ellas, porque el resto estaban atiborradas de objetos que había coleccionado. Disfrutaba mucho intercambiando objetos y cuadros. Él quería darme un retrato a cambio del brazalete de diamantes que Mick me regaló por mi boda, pero como una tonta dije que no al intercambio”.
“Compartimos muchas cosas, sobre todo y especialmente el amor por el arte y por los artistas, sobre lo que discutíamos eternamente. Juntos visitábamos galerías y admirábamos el arte. Cuando me conoció, Andy solo se comunicaba conmigo con frases compuestas por monosílabos, decía cosas como «gee, that’s great», pero poco a poco se fue abriendo a mí. Me acuerdo cuando creó el Mao en 1972. Hablamos muchísimo de ello. Mientras que en público era tímido y callado, cuando hablábamos de arte era todo pasión”.
“Otra cosa que compartimos fue la oposición a la pena de muerte y nuestra preocupación por los derechos civiles. Andy comenzó a utilizar la imagen de la silla eléctrica en 1963, el mismo año en el que tuvieron lugar las dos últimas ejecuciones en el estado de Nueva York. Andy quería que la gente fuera consciente de la injusticia: a lo largo de la siguiente década volvería una y otra vez al tema, que reflejaba la controversia política que rodeaba la pena de muerte en Estados Unidos”.
“A Andy le deslumbraba la belleza, el talento, la fama, el éxito y la riqueza. Pero sobre todo estaba fascinado por el mundo en el que vivía. Hablaba con todo el mundo y tenía un interés innato por las personas, no importaba quiénes fueran. Incluso siendo rico y famoso, nunca fue consciente de cuán famoso, exitoso y rico era, al contrario, siguió siendo sencillo. Su humildad era un soplo de aire fresco. Era una cualidad que desarmaba. Era increíble ver a un hombre que había revolucionado el mundo del arte, tan humilde”.
“Andy Warhol alcanzó el estatus de leyenda en vida y la leyenda sigue viva hoy. Para el hombre que predijo que todo el mundo sería famoso durante quince minutos, su fama será eterna. Andy era uno de los pocos artistas que se hizo tan famoso y tan popular como sus temas. Su estilo ha tenido influencia, no solo en el arte, sino en la televisión y en la cultura popular. Era uno de mis más queridos amigos”.