Bosques muestra una obra en la que una multiplicidad de argumentos y referencias hacen emerger un auténtico surtidor de sensaciones dispuestas en un caos necesario. Los trabajos de Lacalle se presentan ante el espectador con su tan personal suntuosidad de color, del mismo modo éstas quedan impregnadas de su vital ironía y de las constantes referencias a los grandes movimientos artísticos y literarios del siglo XX, sin olvidarse de la crítica social.
Brillante carrera
Lacalle [1] comienza su trayectoria a finales de los 80 y tras conseguir una beca en la Casa de Velázquez en 1995, inicia una carrera brillante, participando en numerosas exposiciones individuales y colectivas en galerías de todo el mundo, destacando particularmente la intervención en el Espacio 1 (primavera de 2005) del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía titulado Un lugar donde nunca sucede nada.
Su obra forma parte de numerosas colecciones públicas y privadas, entre las que cabe destacar el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (Sevilla), Fundación Coca-Cola (Madrid), Museo de Bellas Artes de Asturias (Oviedo), Museo Municipal de Madrid (Madrid), Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (Madrid) o la Fundació La Caixa (Barcelona).
Bosques, según Lacalle «El título de la exposición es la elección más simple y concreta. La palabra retorna, al menos en cada uno de los cuadros, a sus contextos diferentes a lo largo de lo que podíamos llamar la experiencia en el bosque. Esta experiencia me remite a diferentes aspectos de la vida: el tópico de la soledad, la desconfianza y el miedo, pero también la atractiva pérdida de la inocencia, el viaje hacia los instintos más reprimidos y, por tanto, la crueldad, la vigilancia y el exhibicionismo. Aspectos de la conducta que se encuentran soterrados en los pactos sociales. Diferentes y conflictivos estados de la conciencia. Pensé en pintar bosques inventados mientras caminaba por uno real. Lo primero que me vino a la cabeza fue El corazón de las tinieblas de Conrad, el encuentro de Marlow con el general Kurtz. El conocido y desconocido mundo de los deseos no acotados. La búsqueda de vivencias ya no en la naturaleza sino en su idea, en las imágenes de nuestra propia representación interna nos lleva a una cierta introversión autista que toma diferentes formas. Todos los elementos que se presentan en esta percepción (autista) son de las misma naturaleza que los que podemos imaginar en la ciudad. Así el binomio bosque-ciudad responde al de fantasía-realidad. Ese autismo que he asociado al bosque no es otra cosa que la represión del impulso comunicativo. Se trata de la paradoja entre la soledad y la necesidad del otro, del interlocutor; de generar un mensaje y que éste sea captado. Caperucita roja, leñadores, campesinas a lo Malevich, onomatopeyas, escatologías, drogas, sexo, etc. Elementos de un relato que habla de la consolidación de la desconfianza y el miedo». |
Madrid. Bosques. Galería Marlborough [2].
Del 26 de abril al 2 de junio de 2012.