Gijón, Oviedo, Avilés, Mieres y Langreo albergan los principales centros culturales de la entidad financiera, que a partir de ahora echarán el cierre. La nueva legislación viene a confirmar la poda iniciada hace algún tiempo en los recursos destinados a la obra cultural. Ahora suprime definitivamente las aportaciones a este tipo de actividades para atender cuestiones de índole social que se consideran más urgentes y necesarias en tiempos de austeridad.
Con esta perspectiva se puede decir que la actual exposición Rasgos de Arte. Esencia de coleccionismo, que se exhibe en el Palacio Revillagigedo de Gijón, gestionado por Cajastur, será por el momento la última actividad cultural que promueva la entidad (la muestra concluye en octubre).
Todo a obra social
El objetivo ahora es dedicar todo el remanente a la obra social. Con esa finalidad, en la última asamblea general de la caja se aprobó un presupuesto de 29 millones de euros. De esa cantidad, 9,6 millones proceden de recursos no utilizados en el pasado y el resto está pendiente de confirmar, pero todo parece indicar que se podría obtener con un crédito de Liberbank, el banco que lidera Cajastur.
Los ajustes también afectarán al personal, tanto de la obra social como cultural, aunque los objetivos de la entidad son reubicar a los empleados o darles la opción de acogerse a la jubilación anticipada.
Antes de que eche el cierre el Palacio de Revillagigedo de Gijón, lo harán también en la misma ciudad la Colegiata San Juan Bautista, que terminará con su programación, y el Centro Cultural Muralla Romana, donde hasta el uno de septiembre se podrá ver la muestra Mi ventana favorita, de Felipe del Campo.