En lugares como Canarias, en los que la industria del viaje es el principal recurso económico, no habría que justificar exposiciones sobre el turismo; sin embargo, en raras ocasiones el turismo ha sido objeto de tratamiento museístico. En contra de esa tendencia, Souvenir, souvenir. La colección de [los] turistas se fundamenta en la oportunidad de realizar no sólo una exposición para que pueda ser visitada por los turistas sino, desde una perspectiva más amplia, para que también los nativos se vean y reconozcan a sí mismos en su condición de turistas en su propia tierra; para que los turistas se vean vistos desde la óptica de los nativos, y para que los museos, asumiendo que viven en gran parte de este fenómeno social, contribuyan a su mejor conocimiento.
Más allá de la trivialidad
En esa línea, se toma el souvenir justamente para mostrar cómo, más allá de su aparente trivialidad, este objeto aglutina todos los trasuntos que operan en las relaciones turistas-nativos, articuladas en un vasto terreno de negociación, apropiación, adaptación y resistencia. Este proyecto toma a Canarias como un cronotopo, una constelación espacio-temporal en la que ocurren particulares interacciones entre turistas y nativos, expresadas en y a través de los souvenirs.
La muestra, coproducida por la FCM y el MHAT con el patrocinio de La Caja de Canarias, asume que los souvenirs no pueden ser entendidos como creaciones de los nativos que, inspirados en su cultura, se venden a los turistas que los adquieren en tanto que condensación material de la cultura local y constatación de su estancia en un lugar. Por el contrario, es el turismo el que induce a los nativos a elaborarlos con arreglo a las visiones estereotipadas, previamente establecidas, de la cultura nativa. De esta forma, el turista satisface su demanda, no la de la cultura local que visita sino de ésta tal y como la percibe y le gusta consumirla. Por ello mismo, el souvenir dice más sobre el turista que sobre la cultura del lugar a la que supuestamente representa.
Dos metáforas
El montaje de cada una de estas dos exposiciones se inspira en sendas metáforas que aluden, en un sentido genérico, a la industria y al consumo turístico, y sobre las que se desarrollan los distintos ámbitos temáticos. Así, en la Fundación César Manrique se apela al “museo” como uno de los espacios más recurrentes del turismo cultural, mientras que en el Museo de Historia y Antropología de Tenerife la instalación recrea un comedor de hotel en tanto que un lugar prominente del consumo turístico.
Finalmente, ambas enfatizan la pertinencia del tratamiento museístico del souvenir turístico. Al incrustar los objetos banales del turismo en el seno del museo, se desestabilizan tanto las visiones estereotipadas de los visitantes sobre la objetividad, imparcialidad y cientificidad de los museos, como la autocomplacencia de los museos en su otorgada autoridad cultural. Souvenir, souvenir. La colección de [los] turistas contribuye así no sólo a que los nativos sean vistos como turistas y los turistas como nativos, sino a asumir la naturaleza esencialmente turística del museo en la modernidad tardía.
Taro de Tahíche (Lanzarote) y Santa Cruz de Tenerife. Souvenir, souvenir. La colección de [los] turistas. Fundación César Manrique y Museo de Historia y Antropología de Tenerife.
Hasta el 18 de octubre de 2009.
Comisarios: Fernando Estévez, Mayte Henríquez y Mariano de Santa Ana.