Esta muestra, dedicada a un monarca que destacó en su época por ser el mayor mecenas de las artes decorativas, viene de exhibirse en el Palacio Real de Madrid y se podrá contemplar en Dallas hasta el 18 de julio.
Carlos IV (Portici, Nápoles, 11 de noviembre de 1748-Roma, 20 de enero de 1819) fue un monarca buen conocedor de las artes y entendido coleccionista de pintura que desarrolló estas aficiones en sus años de príncipe y siendo Rey de España. Ya en el exilio en Roma, retomó esta faceta.
Ensalzar su buen gusto
Su gran sensibilidad para las bellas artes, su buen gusto y tentativas personales en la práctica de alguna de las artes y su afición a la música le sitúan por encima de otros monarcas de la Casa de Borbón y le ponen al nivel de los grandes soberanos españoles mecenas de las artes: Felipe II y Felipe IV.
Conmemorar su perfil de mecenas y coleccionista en esta muestra es un objetivo que ha despertado la ilusión de los expertos e investigadores y que permitirá mostrar al público un importante legado artístico.
Simposio internacional
La exposición está dirigida a ensalzar las facetas más relevantes de Carlos IV, su mecenazgo artístico y coleccionismo. Para acompañar a la muestra, el mismo museo ofrece a los visitantes dos pequeñas exposiciones con diversas piezas tomadas de sus propios fondos –Contours of Empire: The World of Charles IV y Goya and López: Court Painters for Charles IV– y organiza un simposio internacional, a celebrar en el Bob Smith Auditorium, en el que participarán especialistas americanos y españoles, entre estos últimos, varios conservadores de Patrimonio Nacional.
En las Jake and Nancy Hamon Galleries del Meadows Museum (SMU) podrá contemplarse a lo largo de cuatro meses y medio una vistosa selección de las piezas de Patrimonio Nacional expuestas el año pasado en los Salones Génova del Palacio Real de Madrid, dentro de la exposición Carlos IV, mecenas y coleccionista, con obras tan representativas como el Dosel y Sillón de Besamanos de la Reina Mª Luisa de Parma, las alfombras borbadas, el dessert de piedras duras y bronces de Luigi Valadier, una de las fastuosas sillas del gabinete de platino o dos tablitas de Juan de Flandes del políptico Isabel la Católica, que Carlos IV tuvo en su Casita de El Escorial.
Novedoso y oportuno
Por extraordinario que parezca, el arte en la corte de Carlos IV es un tema novedoso, importante y oportuno. No existe monografía alguna sobre el tema –desde la publicada por el profesor Junquera hace casi treinta años– ni mucho menos se le han dedicado exposiciones.
También es inusual en España el enfoque del arte como instrumento de representación del poder dentro de la cultura cortesana. Importante porque, tanto si se considera la pintura –y no sólo Goya– como el esplendor de las artes decorativas –importadas y producidas en la corte–, el período de Carlos IV es uno de los más ricos en el arte español de la Edad Moderna.
En la sede de Dallas, las 82 piezas expuestas proceden en su totalidad de las Colecciones de Patrimonio Nacional, salvo al retrato del Rey pintado por Francisco de Goya, que viene de la Real Academia de la Historia; algunos adornos del dessert de Luigi Valadier, conservados en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid, y tres obras integradas en las colecciones del Meadows Museum, especializado en el arte español: un boceto de Francisco Bayeu para su cuadro en la iglesia madrileña de San Francisco el Grande, otro de Mariano Salvador Maella para la bóveda del Salón Grande de la Real Casa del Labrador de Aranjuez y un conjunto de trece miniaturas de miembros de la Familia Real Española pintadas por Francisca Meléndez. Otra novedad respecto a la sede de Madrid es el pequeño retrato del Conde-Duque de Olivares, por Velázquez, perteneciente a Patrimonio Nacional y procedente de la colección romana de Carlos IV.
Una imagen más equilibrada de Carlos IV Como señala Luis Miguel Enciso Recio en la Enciclopedia del Museo del Prado, “Carlos IV no ha gozado de buena prensa para la memoria histórica, aunque una de sus facetas, quizá poco conocida, la de coleccionista y mecenas, se nos revela como argumento válido para mostrar una imagen más equilibrada de un monarca que reinó en la difícil coyuntura de la quiebra del Antiguo Régimen y en vísperas de la invasión de las tropas francesas y la Guerra de la Independencia Española. Retenido por Napoleón, tras el motín de Aranjuez y las abdicaciones de Bayona, Carlos IV sufrió prisión en Valençay y murió en el destierro en Italia. A pesar de que su figura política está ensombrecida por los acontecimientos históricos que llevaron al trono español a José Bonaparte y desencadenaron la Guerra de la Independencia, su semblanza artística, estudiada por J.J. Luna, A. Perera, J. Zarco Cuevas, J.J. Junquera e Y. Bottineau, entre otros, posee otro cariz que se dibuja desde época temprana. Por un lado, su vinculación a Italia -tanto por su nacimiento en Portici el 11 de noviembre de 1748, como por la tradición artística italiana de la familia- y, por otro, los lazos culturales y de parentesco de la Monarquía hispánica con Francia marcaron las pautas de una actividad de coleccionista que le caracterizó desde su juventud. Como ha estudiado Juan J. Luna, Carlos IV se inclinó hacia las últimas novedades en materia pictórica, y buscaba aquello que era incluso difícil de encontrar o adquirir. En su colección predominan la pintura profana y los cuadros de carácter histórico, mitológico, de paisaje o de género. También era aficionado a la música y compró piezas únicas de pianos y violines. Las esculturas, bronces, porcelanas, tapices y libros no le fueron tampoco indiferentes y los relojes constituyeron una de sus pasiones preferidas, “al extremo -recuerda Luna- de montar un completo taller de relojería en palacio”. Tanto en París como en Roma, Nápoles, Génova, Lisboa o Ámsterdam, o en España, Carlos IV poseía agentes y comerciantes cualificados que le informaban de las últimas tendencias y las posibilidades de adquisición de distintas obras de arte. Durante su exilio en Roma, Carlos IV siguió coleccionando pinturas y ejercitando su protección a pintores destacados. En esta época, José de Madrazo y Juan Antonio Ribera trabajaron como pintores de cámara para el monarca exiliado, y se hicieron cargo del inventario de sus bienes y obras de arte". |
Dallas. Royal Splendor in the Enlightenment: Charles IV of Spain, Patron and Collector. Meadows Museum at Southern Methodist University.
Del 7 de marzo al 18 de julio de 2010.
Comisarios: Javier Jordán de Urríes y José Luis Sancho.