Carlos IV (Portici, Nápoles, 11 de noviembre de 1748-Roma, 20 de enero de 1819) fue un monarca buen conocedor de las artes y entendido coleccionista de pintura que desarrolló estas aficiones en sus años de príncipe y siendo Rey de España. Ya en el exilio en Roma retomó esta faceta.

Su gran sensibilidad para las bellas artes, su buen gusto y tentativas personales en la práctica de alguna de las artes y su afición a la música le sitúan por encima de otros monarcas de la Casa de Borbón y le ponen al nivel de los grandes soberanos mecenas de las artes: Felipe II y Felipe IV. Conmemorar su perfil de mecenas y coleccionista en esta muestra es un objetivo que ha despertado la ilusión de los expertos e investigadores y que permitirá mostrar al público un importante legado artístico.

Exposición, conferencias, conciertos…

La exposición está dirigida a ensalzar las facetas más relevantes de Carlos IV, su mecenazgo artístico y coleccionismo. Incluye la muestra dedicada al entorno del monarca; ciclos de conferencias en el Palacio Real de Madrid; conciertos musicales en Madrid y Aranjuez -con el cuarteto Stradivarius comprado por él-; la publicación de diversas monografías relacionadas con el monarca y sus Sitios Reales, y la oportunidad de subrayar las obras de restauración emprendidas por Patrimonio Nacional sobre importantes bienes creados por Carlos IV, como las Casitas de El Escorial, El Pardo y la Real Casa del Labrador.

Por extraordinario que parezca, el arte en la corte de Carlos IV es un tema novedoso, importante y oportuno. No existe monografía alguna sobre el tema -desde la publicada por el profesor Junquera hace casi treinta años- ni mucho menos se le han dedicado exposiciones.

También es inusual en España el enfoque del arte como instrumento de representación del poder dentro de la cultura cortesana. Importante porque, tanto si se considera la pintura -y no sólo Goya- como el esplendor de las artes decorativas -importadas y producidas en la corte-, el período de Carlos IV es uno de los más ricos en el arte español de la Edad Moderna.

La exposición mostrará 180 obras. Gran parte de ellas pertenecen a las Colecciones Reales de Patrimonio Nacional, pero casi 60 proceden de hasta 25 prestadores, entre los que se encuentran el Museo Nacional del Prado, la Biblioteca Nacional de España, el Museo Arqueológico Nacional, la Real Academia de la Historia y diversos museos y colecciones del extranjero.

Las pinturas, esculturas, mobiliario, libros, dibujos y estampas, sedas, alfombras y tapices, piedras duras, piezas de bronce, porcelana, relojes y marfiles darán en su variedad y riqueza cumplida imagen del Rey y sus gustos.

Discurso coherente

Los retratos del Rey, el ambiente en el que se formó -en el Reino de Nápoles y España-, las novedades francesas y la vuelta a la Antigüedad clásica, los proyectos decorativos encargados en Francia e Italia para sus Casitas, sus artistas  -Villanueva, Goya, doradores y bordadores- y, en fin, las obras realizadas para Carlos IV y María Luisa de Parma, encuentran su lugar en las Salas del Palacio Real con un discurso coherente que explica cada uno de los aspectos de su mecenazgo artístico y coleccionismo.

El catálogo de la exposición tendrá una doble relevancia, pues no solo funcionará para la muestra, sino que además será el catálogo permanente de la colección de Patrimonio Nacional, que hasta ahora no ha sido publicado. Cuenta con artículos de los comisarios: “El gusto de Carlos IV en sus casas de Campo”, de Javier Jordán de Urríes y de la Colina, y el de José Luis Sancho, “Las artes en la corte de Carlos IV y María Luisa”. Por su parte Pilar Benito, conservadora del Palacio Real de Madrid escribe sobre las artes textiles en su texto “Fiebre de seda en los palacios de Carlos IV” y José de la Mano nos ilustra sobre la iconografía en su artículo “Hacia las parejas reales de Goya: Evolución de la iconografía oficial de Carlos IV”. Incluye asimismo breves estudios redactados por los comisarios sobre cada sección que comentan las correspondientes piezas. Las fichas técnicas están realizadas por los comisarios, conservadores de Patrimonio Nacional y especialistas de arte. 

A esta exposición le seguirá durante este año Colección de bronces de Carlos IV, prevista para el otoño. Coincidiendo con los periodos de apertura de ambas exposiciones se realizarán sendos ciclos de conferencias en primavera y otoño, que permitirán la intervención de expertos de distintas instituciones. Estas conferencias se coordinarán con la publicación de las monografías y con la organización de visitas especiales a las Casitas del Labrador y del Príncipe en El Pardo.

 

 

Una imagen más equilibrada de Carlos IV

Como señala Luis Miguel Enciso Recio en la Enciclopedia del Museo del Prado, “Carlos IV no ha gozado de buena prensa para la memoria histórica, aunque una de sus facetas, quizá poco conocida, la de coleccionista y mecenas, se nos revela como argumento válido para mostrar una imagen más equilibrada de un monarca que reinó en la difícil coyuntura de la quiebra del ­Antiguo Régimen y en vísperas de la invasión de las tropas francesas y la Guerra de la Independencia Española. Retenido por Napoleón, tras el motín de Aranjuez y las abdicaciones de Bayona, Carlos IV sufrió prisión en Valençay y murió en el destierro en Italia.

A pesar de que su figura política está ensombrecida por los acontecimientos históricos que llevaron al trono español a José Bonaparte y desencadenaron la Guerra de la Independencia, su semblanza artística, estudiada por J.J. Luna, A. Perera, J. Zarco Cuevas, J.J. Junquera e Y. Bottineau, entre otros, posee otro cariz que se dibuja desde época temprana. Por un lado, su vinculación a Italia -tanto por su nacimiento en Portici el 11 de noviembre de 1748, como por la tradición artística italiana de la familia- y, por otro, los lazos culturales y de parentesco de la Monarquía hispánica con Francia marcaron las pautas de una actividad de coleccionista que le caracterizó desde su juventud.

Como ha estudiado Juan J. Luna, Carlos IV se inclinó hacia las últimas novedades en materia pictórica, y buscaba aquello que era incluso difícil de encontrar o adquirir. En su colección predominan la pintura profana y los cuadros de carácter histórico, mitológico, de paisaje o de género. También era aficionado a la música y compró piezas únicas de pianos y violines. Las esculturas, bronces, porcelanas, tapices y libros no le fueron tampoco indiferentes y los relojes constituyeron una de sus pasiones preferidas, “al extremo -recuerda Luna- de montar un completo taller de relojería en palacio”.

Tanto en París como en Roma, Nápoles, Génova, Lisboa o Amsterdam, o en España, Carlos IV poseía agentes y comerciantes cualificados que le informaban de las últimas tendencias y las posibilidades de adquisición de distintas obras de arte. Durante su exilio en Roma, Carlos IV siguió coleccionando pinturas y ejercitando su protección a pintores destacados. En esta época, José de Madrazo y Juan Antonio Ribera trabajaron como pintores de cámara para el monarca exiliado, y se hicieron cargo del inventario de sus bienes y obras de arte".

 

Madrid. Carlos IV. Mecenas y Coleccionista. Palacio Real (Salas de Exposiciones Temporales).

Hasta el 19 de julio de 2009.

Comisarios: Javier Jordán de Urríes y José Luis Sancho.