La exposición, que se podrá visitar hasta el 26 de abril en el museo barcelonés, permite realizar un recorrido por toda la trayectoria artística de Meireles, desde 1967 hasta la actualidad, a través de unas ochenta obras grandes y pequeñas.
Infinitas connotaciones
De esta forma, en la muestra se puede ver desde un "anillo bomba" que aloja en su interior una cápsula de pólvora comprimida, dotado de unas lentes que, si se acercan a la luz solar, hacen estallar el artefacto, hasta la inmensa habitación de 175 metros cuadrados de su instalación Através.
Según ha explicado Bartomeu Marí, director del MACBA y uno de los tres comisarios de esta amplia retrospectiva, "en las obras de Meireles, el espacio adquiere connotaciones físicas, geométricas, históricas, psicológicas, topológicas y antropológicas". Y en ese mundo no hay jerarquía de tamaños ni de escalas: un objeto minúsculo puede resultar monumental como Cruz del Sur (1969-70), un diminuto cubo de madera que encierra toda una cosmogonía, y Através, que pese a sus grandes dimensiones recrea un encierro opresivo.
Piezas centrales
Através (1983-1989), una de las piezas centrales de la exposición y seguramente una de las más espectaculares, se concibe como un mar de cristales rotos sobre el suelo que cruje y se rompe bajo los pies del visitante en un laberinto imaginario cuyas paredes son en realidad barrotes de prisión, verjas, cortinas, peceras con peces traslúcidos, mosquiteras, estacas de metal, alambre de gallinero y, en medio, una gigantesca bola de celofán arrugado.
En la obra Desvío al rojo, interactúa con la vista a través de la reconstrucción de un hogar en el que todos sus elementos, desde el mobiliario hasta los alimentos o los elementos de decoración, son rojos. "Me gusta pensar el arte en términos que no están limitados a lo visual", ha afirmado el artista, a quien también le gusta jugar con otros sentidos como el tacto, el oído y el olfato.
El dibujo en Meireles
Ese es el caso de las 201 pelotas de Eureka/Blindhotland (1970-75), aparentemente todas iguales pero con una diferencia de 5 gramos entre cada una de ellas; o las 700 radios que conforman la escultura Babel (2001), cada una de ellas sintonizada en una emisora distinta. En otra de sus piezas más célebres, Volátil (1980-94), el público se adentra en una cámara oscura en forma de U en la que percibe un falso olor a gas mientras se desplaza por una superficie llena de polvos de talco.
Llama la atención la opción de Meireles por utilizar un número elevado de elementos en sus obras como en los 2.000 huesos, las 800.000 monedas y las 800 hostias de Misión/Misiones – Cómo construir catedrales (1987).
En el inicio de la exposición, el espectador puede ver algunos de los dibujos que hizo en los años sesenta, pues, como ha recordado Marí, "el dibujo es el germen de toda su obra posterior". Se trata de un conjunto de trabajos basados en los principios euclidianos del espacio representados en la exposición a través de las series Espacios virtuales: rincones (1968), Volúmenes virtuales y Ocupaciones (1968-69).
Barcelona. Cildo Meireles. MACBA [1].
Del 11 de febrero al 26 de abril.
Comisarios: Vicente Todolí y Guy Brett.