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Coliseo de Carlos III, una joya del siglo XVIII que recupera su esplendor

La actividad del escenario se reanudará mañana sábado con el recital Delicadas piezas para una celebración, programa compuesto por música española de los siglos XVIII y XIX dirigido por José Antonio Montaño e interpretado por la soprano María Espada, el contratenor Carlos Mena y La Tropa Barroca de Madrid. La segunda parte de este recorrido musical se desarrollará el domingo bajo el título Música escénica y fílmica del XX y XXI español, dirigido por José de Eusebio. La mezzosoprano Marina Rodríguez Cussí protagonizará este recital, en el que estará acompañada por el Grupo Instrumental Modus Novas.

El Coliseo, inaugurado en 1771, es un teatro gestionado por la Comunidad de Madrid desde hace 25 años y declarado Bien de Interés Cultural con la categoría de Monumento en 1995. Se trata del más antiguo de todos los teatros cubiertos que se conservan en España y el único Teatro de Corte español que aún se mantiene en uso.

Tres fases

Muchas de las instalaciones del teatro se habían quedado obsoletas y era importante analizar todas las carencias que se pudiesen detectar de seguridad, climatización, estado de las estructuras, sistemas de electricidad y contra incendios, etc. para corregir el desgaste derivado de su uso. Más en concreto, en las obras se han seguido tres fases de trabajo. Una primera de protección y restauración de la madera, es decir, de la estructura de cubierta y de los aleros; una segunda fase de renovación de instalaciones (detección y extinción de incendios, climatización y electricidad), que adecúa el edificio a las últimas exigencias de la legislación, y finalmente una tercera fase de renovación de paramentos (adornos).

A partir de ahora, el Carlos III se especializará en el mediano y pequeño formato, con una media de 100 espectáculos anuales, dando especial importancia a la música de cámara –el repertorio barroco al que se encuentra íntimamente ligado–, al teatro de texto y la danza de pequeño formato. De este modo, se complementará con el Teatro Auditorio de San Lorenzo de Escorial cuyo equipamiento escénico de primera categoría y grandes dimensiones lo convierte en un espacio idóneo para óperas, zarzuelas, conciertos sinfónicos, grandes producciones teatrales y de danza.

Marquet y Villanueva

El Real Coliseo fue proyectado por el arquitecto francés Jaime Marquet por encargo de Carlos III y su corte ilustrada para la diversión de los señores y damas de la corte, siguiendo los modelos de los teatros barrocos de la segunda mitad del siglo XVIII. Posteriormente, entre 1792 y 1793, fue mejorado por el arquitecto Juan de Villanueva, a quien se deben la reordenación urbana e insignes edificaciones en San Lorenzo de El Escorial, como las Casas de Oficios, y en la capital, como son el Museo del Prado o el Jardín Botánico.

Tiene una planta rectangular, sobre la que se inscribe una U que configura el patio de butacas y sobre éste se situaban dos niveles de palco y uno de anfiteatro, todo cubierto, lo que resulta todavía novedoso en su época. Esta distribución permite alcanzar una capacidad de 500 espectadores.

Vicisitudes varias

Muchas compañías y personajes ilustres pasaron por este escenario durante su primera época, que luego vivió diferentes vicisitudes, como servir de acuartelamiento de las tropas francesas durante la Guerra de la Independencia, con el consiguiente deterioro y abandono. En 1855, el Estado adquiere el edificio, a través de la Ley de Desamortización, y lo vende por 28.500 pesetas; y a principios del siglo XX, el Real Coliseo de Carlos III de San Lorenzo de El Escorial renace y comienza un período de apogeo. En él estrenaron y representaron sus obras y otros grandes dramaturgos, como los hermanos Álvarez Quintero, Arniches, Muñoz Seca o el Premio Nobel de Literatura Jacinto Benvavente.

La Guerra Civil obligó a detener la actividad y aunque después volvió a abrir, fue abandonando su función principal y llegó a ser utilizado como sala de cine, bajo el nombre Teatro Lope de Vega. El edificio entró entonces en un progresivo deterioro hasta que a mediados de los años 70 se hace con la propiedad la iniciativa privada y emprende una gran reforma del Teatro, que concluyó en 1979, momento en que fue reabierto, y fue galardonada con el Premio Nacional de Restauración en 1980. En 1985, una vez definidas las transferencias autonómicas, el Real Coliseo [1] pasó a ser gestionado y mantenido económicamente por la Comunidad de Madrid.