En ocho conciertos, de octubre pasado a mayo de este año, El sonido de las ciudades, el tema escogido para esta temporada 2009-2010, ofrece un recorrido cronológico por Sevilla 1550, Florencia 1600, Versalles 1670, Roma 1700, Viena 1780, Leipzig 1840, París 1900 (en este mes de abril), hasta acabar, en mayo, en Nueva York 1945, ciudades todas ellas que en un momento concreto de la historia desempeñaron un papel trascendental para la evolución de la música.
Debussy, Ravel y Samuel-Rousseau
Esta tarde, a las 19.00 h., el Cuarteto Leonor [1] interpretará obras de Claude Debussy (1862-1918), Marcel Samuel-Rousseau (1882-1955) y Maurice Ravel (1875-1937). Formado en 2001 en Madrid, este cuarteto es uno de los conjuntos de cámara españoles con mayor proyección internacional.
En pocos períodos de la historia hubo semejante concentración de artistas extraordinarios como ocurrió en París en la transición del siglo XIX al XX. A la búsqueda de nuevos caminos creativos que rompieran las normas establecidas, se afincaron en la ciudad pintores, escritores, poetas, bailarines, compositores e intérpretes de orígenes muy diversos, entre los cuales había una nutrida representación española encabezada por Manuel de Falla, amigo de Claude Debussy y Maurice Ravel.
Pero la auténtica novedad que representaba París en estos años era el contacto de artistas de distintas disciplinas, provocando insólitos cruces estéticos: las técnicas pictóricas impresionistas inspiran a los compositores, los ambientes imaginados por la poesía son imitados en cuadros y composiciones, y el ritmo marcado de la música condiciona los movimientos de la danza. Esta particular mezcolanza de creadores, quienes en ocasiones entablaron estrechas relaciones de amistad, hizo de París la cuna de buena parte de las vanguardias artísticas.
El programa
El estreno del Cuarteto en Sol menor (1893) de Debussy en el marco de la Société Nationale de Musique, con la que Ravel también mantendría ciertos vínculos, supuso una de las primeras apariciones públicas del compositor. El evento pasó más bien desapercibido, lo cual no impidió que el compositor planeara un segundo cuarteto que no llegó a componer. Este primer y único cuarteto, alejado ya de la influencia wagneriana, deja patentes algunos de los rasgos que marcarían su estilo: creación de texturas vaporosas y aéreas evocadas por el impresionismo pictórico como en el tercer movimiento, una especie de continuo fluir musical que difumina la organización formal presente en los cuatro movimientos, y un uso ocasional de ritmos muy marcados, como en el segundo movimiento. El impulso de la modalidad de cierta inspiración oriental como sistema compositivo se vio además estimulado por el acceso del joven Debussy a músicas no occidentales en las Exposiciones Universales.
Ravel, como Debussy, sólo compuso un cuarteto de cuerda, en 1902-03, quizá debido a un deseo por desprenderse de la herencia decimonónica que tanta importancia había dado a este género. Es significativo que su obra camerística emplee pocos géneros clásicos: tres sonatas y un trío con piano, además de este cuarteto. Los paralelismos con el cuarteto de su compatriota son evidentes: similar sonoridad, uso compartido de técnicas cíclicas y empleo novedoso de la modalidad. La influencia de César Franck y Gabriel Fauré en la producción temprana de Debussy y Ravel fue otro aspecto que, en un primer momento, unió a estos compositores. Sin embargo, el cuarteto de Ravel contiene algunos rasgos propios como una articulación de los movimientos definida aquí con mayor claridad y el uso colorista del tritono, como ocurre en el primer movimiento. El programa se completa con dos obras del francés Marcel Samuel-Rousseau, hoy muy poco conocido.
Madrid. París 1900. El auge de las vanguardias. Concierto a cargo del Cuarteto Leonor. Fundación Juan March [2].
Lunes, 5 de abril de 2010. 19.00 h.