Técnicas muy sofisticadas, que incluyen endoscopia, scanner y microcámaras, han permitido acceder a la posible obra de Leonardo, agazapada tras el fresco que Vasari pintó en 1563 para conmemorar una importante victoria de los ejércitos florentinos. No obstante, los responsables de la investigación, tras confirmar el descubrimiento, se han mostrado muy cautos y han declarado que el estudio se encuentra en su fase preliminar y, en consecuencia, queda un largo trabajo por realizar.
En diciembre pasado, el equipo de investigadores realizó una endoscopia mediante una sonda dotada de telecámara, descubriendo que había un espacio de escasamente un par de centímetros entre la pared pintada por Vasari y la posterior. Al mismo tiempo recogieron muestras microscópicas para ser analizadas. Sus resultados han sido desvelados hoy por Seracini, quien ha confirmado que una muestra de color negro encontrada detrás del fresco de Vasari tiene una composición química compatible con el negro usado en La Gioconda y en el San Juan Bautista, lienzos que se encuentran en el Museo del Louvre. Lo que parece demostrar que la pista que se seguía era la adecuada y la pintura oscura que parecia emerger tras la de Vasari se debía al genio de los genios, «hemos seguido el camino correcto», apostilló en rueda de prensa Maurizio Seracini.