Tras cuatro años de trabajo, en el que han colaborado tanto pescadores, como biólogos marinos, conservacionistas o miembros del Instituto de Oceanografía de San Diego, arte y naturaleza dialogan sobre un fondo arenoso y a 15 metros de la superficie marina gracias a la Fundación Mexicana para la Educación Ambiental (FUNDEA), impulsora del proyecto.
Evocando la Atlántida
La obra de Iglesias, una suerte de miniciudad subacuática que evoca la mítica Atlántida, construye un lugar, una idea laberíntica de dos estancias –cada una de 36 metros cuadrados y tres metros de altura–, compuestas por catorce paredes de celosía, realizada con un cemento especial y acero inoxidable en el interior con la intención de que no sea agresivo con el medio marino y favorezca la creación de vida, con la idea de que se pueda convertir en un arrecife de coral.
El Mar de Cortés, como se conoce al golfo de California, fue nombrado así por Francisco de Ulloa en 1539 en honor del conquistador Hernán Cortés. Desde julio de 2005, sus islas fueron declaradas Patrimonio Mundial de la Humanidad. La escultura de Iglesias será un atractivo adicional para incrementar el ecoturismo y turismo cultural controlado en la Isla Espíritu Santo.
Dos estancias La escultura está constituida por dos estancias, Oeste y la Este, las cuales se encuentran a una distancia de 16 metros entre sí (de eje a eje). Cada estancia está formada por siete pantallas de cemento de 25 centímetros de espesor y con dimensiones variables, que miden aproximadamente 3,12 metros de alto y 2,35 metros de ancho. Por último, cada pantalla tiene en su base una extensión de 30 centímetros para ser acomodada en el fondo arenoso. De acuerdo con la experiencia científica, los impulsores del proyecto consideran que la escultura tendrá una vida muy larga, estimada en 30 años pero que podría superar los 100 años, período a lo largo del cual seguirá formando arrecife rocoso y albergando vida marina. |