Nacida en Chicago en el 46, Patti Smith, a la que a menudo y de forma injusta se reconoce únicamente por su labor musical, cuando es además pintora, actriz, fotógrafa y escritora más que notable, tenía veinte años escasos cuando desembarcó en Nueva York «huyendo de casi todo y abierta a casi todo». Logró pronto trabajo como dependienta en una librería de la que era cliente Mapplethorpe. Entre libros, músicas y algunas otras cosas levantaron una amistad que solo truncaría la muerte del fotógrafo en 1989.
Años antes, y tras una breve estancia parisina, Smith había regresado a Manhattan, creado un grupo de músicos y editado Horses, un disco distinto en el que mezclaba rock, punk y mucha poesía. A partir de ahí todo un despliegue creativo en ámbitos varios.
Pulso emocionado
Escrita con pulso emocionado tiempo después de todo aquello, Éramos unos niños es una obra por, sobre y desde la amistad entre dos personas que tuvieron en la pasión por el arte en particular, y por la capacidad para crear en general, un decisivo motor para sus vidas.
Por estas páginas, hondas sin pretenderlo, es decir, ausentes de cualquier atisbo pretencioso, desfila aquel Nueva York cuna de tantas cosas que nos han hecho a todos la vida más llevadera; mejor.
Ahí está la magia del mítico Hotel Chelsea, en cuyas estancias reinaba el origen de una sociedad distinta corporizada en Cohen y Ginsberg y Warhol. Los espacios en los que día y noche sonaba la música de las grandes bandas mientras el XX iba languideciendo y el sida y las drogas se llevaban a tantos por delante.
Éramos unos niños. Relato de un tiempo en el que pareció que casi todo era posible. Éramos unos niños: ni triste, ni nostálgico. Sentido hasta el dolor. Directo al corazón.
Éramos unos niños
Patti Smith
Traductora: Rosa Pérez
Random House Mondadori
298 páginas