Las imágenes están destinadas a ser colocadas sobre dos columnas, directamente debajo de la cúpula principal del recinto religioso y serán exhibidas durante seis meses como parte de un programa de arte que incluye también la instalación de tres o cuatro pantallas de plasma emplazadas junto al altar mayor, que permitirán la visualización de un vídeo realizado por el artista estadounidense Bill Viola y que, a diferencia de la obra de Hirst, está previsto para ser expuesto de forma permanente.
La pinturas de Hirst han sido denominadas provisionalmente Esperanza y Salvación y se supone que representan la esperanza y la salvación que los niños traen a sus padres con su nacimiento. Se cree también que Hirst ha utilizado a sus hijos, de 14, 9 y 4 años como modelos para los cuadros, que al parecer deberían haber sido presentados ya en la catedral de San Pablo este mes, pero que se retrasarán hasta el verano porque las autoridades religiosas intentan que el artista se comprometa con la realización de alguna otra obra para la institución.
Esta es la primera vez que Hirst, de 44 años, realiza un trabajo específicamente pensado para una catedral. Aunque es ateo de convicción, se crió dentro de la tradición católica y la religión, de una u otra forma, ha influido siempre en su trabajo.
Por ejemplo, en 1994 realizó una escultura llamada Hijo Pródigo en la que mostraba una vaca cortada por la mitad. En 2003, en una exposición realizada en la conocida galería White Cube, incluyó también una instalación llamada Jesús y los Discípulos que estaba compuesta por 13 frascos de cristal llenos de formol, 12 de los cuales contenían la cabeza de una vaca. Y su famoso Cráneo de diamantes, que fue el mayor espectáculo artístico de Londres en 2007, valorado en 50 millones de libras -aunque no está claro que Hirst recibiera esa cantidad- se llama también, casualmente, Por el amor de Dios.
Otros artistas
Aunque los portavoces de la catedral no han confirmado públicamente que Hirst haya sido invitado a exhibir sus cuadros en el recinto, San Pablo cuenta ya con los antecedentes de haber expuesto en los últimos cuatro años obras de Rebecca Horn y Yoko Ono, como parte de su programa de arte contemporáneo.
"Nosotros no pedimos nada a los artistas, porque no tenemos dinero, pero si ellos nos ofrecen algo que consideramos conveniente, como estos dos cuadros, lo exponemos", ha declarado Canon Martin Warner, que dirige el programa catedralicio y quien, además, añadió “esto lo hacemos porque el arte contemporáneo incita a la imaginación y puede ser a la vez inspirador y desafiante”.