Las obras proceden tanto de instituciones y museos como de
colecciones particulares de México, y han sido seleccionadas con el objeto de
mostrar la manera en la que los novohispanos de todas las clases y
grupos sociales solían representarse a sí mismos como símbolo de poder,
riqueza y valores morales colectivos, y la manera en que esa idea fue
cambiando a través del tiempo, para proseguir, ya en la época de la
nueva república, como exclusivamente mexicanos.
Organizada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia
(INAH) y el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CONACULTA) mexicanos, la muestra se enmarca en las conmemoraciones de los bicentenarios de las independencias americanas. Su propuesta busca mostrar estos cambios a través de la forma cómo las élites, novohispanas primero y mexicanas después, se hicieron representar por los pintores de los siglos XVIII y primera mitad del siglo XIX.
Hilo conductor
Los retratos son el hilo conductor de un relato en imágenes en el que se muestra el proceso de sustitución de las viejas formas de identidad colectiva por otras de carácter nacional. La afirmación de que en 1821 la nación mexicana consiguió su independencia es poco más que un enunciado retórico. En 1821 una antigua unidad administrativa proclamó su autonomía política, la invención de México y los mexicanos era una larga tarea pendiente. Los retratos expuestos permitirán mostrar parte de cómo este proceso se llevó a cabo, antes y después de esta fecha.
Para ello, la muestra intenta contribuir a una mejor comprensión de los
complejos procesos en los que se enmarcó el proceso de la independencia, intentando una lectura desde dentro, desde el
interior de las élites que la hicieron posible, de cuales fueron sus
motivos, motivaciones y sentimientos. En palabras de los comisarios:
“uno no se acuesta un día siendo –español– frente a indios y castas y se
levanta otro siendo –mexicano–, junto a indios y castas, frente a los
españoles. Todo proceso de cambio en las formas de identidad colectiva
es siempre de una complejidad extrema. Los cambios en la forma de
representarse de las élites novohispanas / mexicanas puede ser una buena
guía para estos objetivos”.
Un género pictórico
Igualmente, también se busca recuperar y poner en valor un género pictórico, el del retrato dieciochesco y decimonónico mexicano, cuyas características, número y calidad lo convierten, sin duda, en una aportación relevante y significativa de México a la historia del arte universal, que sin embargo, resulta una producción pictórica casi completamente desconocida fuera de las fronteras del país.
En definitiva, tal y como señalan sus comisarios, una exposición cuyo objetivo último no es sólo mostrar el esplendor de un género, el del retrato novohispano y mexicano en el tránsito del siglo XVIII al XIX, sino procurar un acercamiento al complejo camino que llevó del Antiguo Régimen a la sociedad contemporánea, de la monarquía a la nación, en el que fue, sin ninguna duda, el territorio más rico de la Monarquía Hispánica en América.
El fin de una época El fin de la época virreinal fue el fin de un sistema político, pero también el de una forma de ser y estar en el mundo, el de una manera de imaginar y representar a los individuos. Mientras la persona del Antiguo Régimen era el reflejo del grupo al que pertenecía; la del mundo moderno era únicamente el reflejo de su ser individual. Esto se vería plasmado en la manera en cómo las élites se hicieron representar por los pintores del siglo XVIII y la primera mitad del XIX. El retrato se constituyó así en testigo de algunas de las mutaciones más radicales y de consecuencias más duraderas en el nacimiento de la modernidad: la aparición del individuo como sujeto social y la aparición de la nación como forma hegemónica y excluyente de identidad colectiva. |
Madrid. De novohispanos a mexicanos: Retratos de una sociedad en transición. Museo de América [1].
Del 18 de mayo al 4 de julio de 2010.
Comisarios: Tomás Pérez Vejo y Marta Yolanda Quezada.