Durante toda su vida, el pintor reivindicó su pasión por la Antigüedad, mucho antes de descubrir con sus propios ojos aquellos lugares míticos. La inspiración clásica se revela en la obra del artista desde principios de los años 30 y alcanza sus mayores proporciones durante la Segunda Guerra Mundial.
Figura teatralizada
El interés que Delvaux muestra por la escultura antigua le lleva a elaborar una figura humana teatralizada. Sus composiciones dramáticas ponen en escena a personajes míticos como Pigmalión, Venus, Penélope, las sirenas, los efebos o las hamadríades. Evocan un espíritu sacro secreto de los “lugares de la memoria”, como los templos o ciudades antiguas, como la Acrópolis, Olimpia o Pompeya. Delvaux visitó esos lugares en dos viajes a Italia, en 1937 y 1939, y un viaje a Grecia en 1956. Finalmente, otro aspecto importante de la recepción de la Antigüedad en su obra es el retrato melancólico.
A través de la exposición, el visitante viajará en el tiempo por ese universo paralelo donde unas setenta obras y documentos ilustran diversas “reminiscencias” clásicas. Desde esbozos y acuarelas magistralmente ejecutadas sobre esos lugares o dibujos que son pequeñas obras de arte, hasta lienzos acabados de dimensiones impresionantes, el visitante acompañará al artista en su periplo.
Además, la exposición presenta obras realizadas sobre papel. Conocido especialmente por sus telas y frescos murales, poblados de trenes y estaciones, a menudo se olvida que Delvaux fue también un gran dibujante.
Bruselas. Delvaux y el mundo clásico. Museos Reales de Bellas Artes de Bélgica [1].
Hasta el 31 de enero de 2010.