suyo oculto en un reflejo de luz sobre una jarra de vino de vidrio, en la representación del dios romano Baco, una de sus obras más conocidas, realizada en 1597.

 

Utilizando una técnica conocida como “reflectology”, que utiliza la tecnología de rayos infrarrojos para ver qué hay debajo de las capas de pintura, los investigadores de la Galleria degli Uffizi, en Florencia, que alberga el cuadro en su colección, fueron capaces de penetrar las capas de pintura que se habían añadido en posteriores trabajos de restauración para dejar al descubierto al artista, un hombre de unos 25 años con el pelo rizado y sosteniendo un pincel junto a su caballete.

Joven artista con su pincel

La diminuta imagen fue detectada por primera vez en 1922 después de que un restaurador italiano limpiara la obra, aunque en aquel momento nadie reconociera a la persona que figuraba en el reflejo de luz como Caravaggio. Según las notas de entonces, la figura tenía «las cuencas de los ojos grandes, una amplia y ligeramente respingona nariz y unos labios carnosos, algo separados”.

Siguiendo ese primer descubrimiento, el reciente trabajo de restauración de la imagen, enterrada bajo gruesas capas de pintura oscura, ha logrado sacar a la luz de nuevo la figura, un hecho muy significativo de cara al 400 aniversario de la muerte de Caravaggio que se celebrará el año que viene, y para el que las autoridades culturales italianas tienen planificadas grandes exposiciones y celebraciones en su honor.