Trabajó en Nueva York, Bombay, Vietnam, Biafra y París. A lo largo de su trayectoria ha recibido diversos reconocimientos, entre ellos el Premio de la "Cité Internationale des Arts" de París y el Premio Lichtwark de la ciudad de Hamburgo. Después de su jubilación, en 2003, visitó Galicia, donde finalmente se estableció. En la actualidad reside en Muxía, en la Costa da Morte, lo que le permite contemplar a diario el mar embravecido que le sirve de inspiración para sus obras.
Complicidad con Galicia
Según el crítico de arte Antón Castro, “el pintor de Sttetin ha encontrado una complicidad en la Costa da Morte, en su paisaje, en su mar, en su vida, en sus acontecimientos, en su etnografía y en su antropología, en la manera de percibir el mundo, que es la centralidad de sus últimas experiencias pictóricas”.
Su pincel saca a la luz todo lo que lleva dentro: los lienzos resultan dramáticos, atormentados, enfatizados por el trazo grueso, para que lleguen al sentimiento. En su obra tiene una marcada influencia del arte de Pollock y del expresionismo alemán. Castro recuerda que “con un amplio pasado artístico, está claro que su proyecto, cuarenta años después, se ha ido nutriendo en la coherencia de su propia conciencia ética que, desde los años sesenta, ha definido un compromiso estético que lo ha implicado cada momento en el mundo que vivía”.
Vida a través del artista
"En aquellos años se generó, sin duda, su mirada crítica, cuando hacía una pintura de corte realista, con una narratividad y unas imágenes próximas al pop, significantes de corte antibelicista en los años de Vietnam, por ejemplo, que han ido dando paso al revulsivo expresionista y ya, en la década de los ochenta, se permite el equilibrio y la convivencia entre los registros figurativos y abstractos, subrayando siempre la mirada del gran dibujante que se esconde en cada apunte".
"Pero la acción y la gestualidad expresionista refuerzan su identidad, tal vez como signo de rebeldía de la vieja mirada de la infancia que, como sucedió con otros grandes artistas alemanes de su generación, difícilmente pudieron dejar en el olvido el infantil trauma de la guerra que destruyó sus ciudades. Sin embargo, esa visión no ha impedido que el artista haya dejado convivir su identidad más rebelde con el alma del poeta que se esconde en cada una de sus obras".
En el fin del camino refleja todos esos nutrientes pictóricos y configura una plataforma existencial para vislumbrar la vida a través de los ojos del artista.
Vigo. Detlef Kappeler. En el final del camino. Sala de Exposiciones I. Centro Social Caixanova.
Del 26 de mayo al 27 de junio de 2010.