Según ha explicado Parcerisas, Dalí y Duchamp tenían "la misma posición crítica ante la historia del arte, aunque luego la resolvían por caminos formalmente distintos, pero ambos compartían el gusto por la pintura preburguesa, por el Renacimiento". Desde la presentación en Barcelona de Nu descendant un escalier en 1912 hasta su último proyecto de chimenea anaglifa pocos meses antes de su muerte (1968), Duchamp mantuvo una especial relación con Cadaqués.
El ensayo sigue el viaje que Duchamp hizo por España junto a Katherine Dreyer -la fundadora de Societé Anonyme, la primera colección de arte moderno de Nueva York, antes que la del MOMA y el Guggenheim- por ciudades como Sevilla, Toledo, Granada, Ronda o Madrid, "un itinerario del que apenas queda alguna fotografía".
Etant donnés
La influencia de Duchamp en Dalí queda plasmada en obras dalinianas como Cisnes que se reflejan como elefantes (1937), donde en unas rocas Dalí pinta a Duchamp de pie orinando, como homenaje a su Fuente, o en La Apoteosis del dólar (1965), en la que lo pinta disfrazado de Luis XIV".
Dalí fue el culpable de que Duchamp pasara los últimos diez veranos de su vida (1958-68) en Cadaqués. Parcerisas ha recuperado pasajes inéditos de esa íntima vivencia del lugar. Es aquí, asegura la autora, donde termina su último trabajo, Etant donnés, que cierra un importante capítulo de la teatralidad en la pintura y el arte. Además, durante su estancia en Cadaqués diseñó dos chimeneas, de las que sólo se conserva una, y, de hecho, apunta Parcerisas, "la chimenea anaglifa fue importante para seguir realizando sus experimentos ópticos y puede ser considerada como un epílogo de Etant donnés".