Junto a los enormes dibujos, en la exposición se ha intentado recrear el taller del artista en torno a este trabajo («mi Cordero«, en palabras de Arroyo). Como si de su mesa de trabajo se tratara, se han reunido 30 dibujos y materiales preparatorios, como fotocopias de libros de los personajes del Cordero místico que le sirvieron de punto de partida, estudios íntimos de éstos o bocetos en color en los que analizó la iconografía de cada panel, que explican al espectador el proceso creativo de su Cordero.
Moscas como Stukas
El conjunto se ve acompañado en la exposición por tres piezas del artista, tres moscas que son un elemento recurrente en su obra, «un animal talismán». De hecho, Arroyo ha prescindido de recrear el panel central del Cordero y convierte los personajes que pueblan el centro de la representación en «una tapicería sistemática, una bandera blasonada de moscas dobladas (…)»; «En Cordero está mi tapicería de moscas ordenadas como aviones Stukas en reposo tras horas de caza. Se trata de mostrar lo inmostrable (…)».
Para contribuir a recrear el ambiente de una capilla, la exposición incluye la tabla conservada en el Museo La Fuente de la Gracia, de la escuela de Jan van Eyck, que sirve también como contrapunto de la época al tratarse de otra reinterpretación inspirada en la obra maestra de Gante aunque con ciertas diferencias, como el mayor desarrollo de la arquitectura del baldaquino y la disposición del Cordero a los pies del Creador.
Metamorfosis de los personajes
Los personajes del Cordero místico de Gante se convierten en la obra de Arroyo en protagonistas contemporáneos de nuestra sociedad: Adán y Eva se visten como hombres y mujeres actuales; la Virgen y San Juan leen a Joyce y Stendhal; a su alrededor, los coros evangélicos se transforman en golden girls en «homenaje a todos aquellos que les ponen música a nuestros cuadros»; Caín utiliza un revólver para matar a Abel; el escenario flamenco se traslada a la Puerta de Alcalá y a la Plaza de Castilla de Madrid; los donantes se convierten en Ciudadano Kane y su «esposa» Peggy Guggenheim, y detrás de ambos –los más ricos del mundo, según Arroyo–, el artista coloca la sigla del dólar como emblema de la riqueza y la mitología protestante del dinero; entre Kane y Peggy están los santos juanes que el artista transforma en Van Gogh y Oscar Wilde, «dos suicidados de la sociedad»; y los jueces y caballeros que se dirigen a adorar al Cordero en la parte baja del retablo se modernizan transformándose en dictadores (Mobutu, Pinochet, Pol Pot, Franco, etc.), mientras los eremitas y peregrinos de Van Eyck se convierten en emigrantes y exiliados a los que Arroyo siempre ha recordado: Sigmund Freud, Albert Einstein o Walter Benjamin.
Pero el más relevante de los cambios que marca el Cordero de Arroyo se produce en la tabla inferior central, ya que sustituye el cordero, colocado por Van Eyck como salvación y fuente de vida, por un tejido poblado de moscas, asociado inevitablemente a la muerte, modificando así el mensaje de la obra y aportando a la obra una de sus señas de identidad: la mosca.
Pensamiento Arroyo: «Sería injusto decir que España no ha cambiado, pero aún hay muchas moscas»
– «Puede sorprender mi presencia en el Museo del Prado. A mí también, no me lo esperaba». – «Cuando vi el Cordero místico de los hermanos Van Eyck empezó a obsesionarme, me metí mucho en él y me comenzó a rondar la idea de hacer algo inspirado en él». – «Esta obra no tiene ninguna originalidad, muchos pintores han copiado, traducido y reinterpretado obras de otros. El cuadro llama al cuadro». – «Van Eyck es uno de los padres de la pintura al óleo que comienza con cierta violencia y sorpresa en este tipo de pintores». – «Me encanta recibir encargos, aunque muchos digan que quita libertad». – «No me gusta mucho eso de producir obras sin saber dónde van a ir. Muchas acaban empaquetadas y abandonadas en el estudio, si tienen mejor suerte encontrarán algún comprador y otras irán a un museo, pero no lo sabes». – «Los grandes defensores de la mística son los laicos y los ateos». – «Es un tema delicado, mi versión del políptico es respetuosa, no hay burla, ni provocación, ni sacrilegio». – «Igual que los Van Eyck miraron a Dante para dar una mirada realista a través de las ventanas, paisajes, etc., yo he querido hablar del mundo que me ha tocado vivir». – «Mis orígenes son de dibujante. Pinté solo tres cuadros antes de irme de España». – «Dibujo desde que tengo uso de razón. Cuando pasé dificultades económicas en París pude vivir del dibujo, incluso de los retratos callejeros». – «Se ha tratado de dividir dibujo y pintura, pero siempre han estado unidas». – «Hoy en día cada vez se pinta lo menos posible y cada vez se hace más fotografía, vídeo y se colocan más objetos». – «Me he pasado la vida buscando moscas en los museos y es extraordinario cuando encuentras una. Tengo una gran biblioteca sobre moscas, sé bastante sobre eso». – «Pintar lo que no se ve es para mí la gran pintura». – «Ciertos estudiosos y clérigos han querido identificar el arte abstracto con la religión por su espiritualidad. La abstracción ha hecho mucho mal a la pintura religiosa en general». – «Trato de no ser excluyente, es lo que más detesto del arte contemporáneo. Las cosas y las causas deben coexistir, el mestizaje es fundamental». – «En la obra hay homenajes. Siempre me han angustiado aquellos artistas que por un golpe de pintura o un verso han muerto. Son soldados muertos en la batalla de la cultura». |
Madrid. Eduardo Arroyo. Cordero místico. Museo del Prado.
Del 4 de julio al 30 de septiembre de 2012.
Comisario: José Manuel Matilla, jefe del Departamento de Dibujos y Estampas del Museo Nacional del Prado.
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