La belleza pausada, desprovista de artificios y tensiones innecesarias, es una de las características principales de las fotografías de Mona Kuhn (São Paulo, 1969), de ese clásico –y muy complicado– género que cultiva desde sus inicios: el desnudo. Sus protagonistas –modelos no profesionales– son captadas desde la calma y la naturalidad de la intimidad, y aunque evitan la sofisticación, parece que entre ellos y esos espacios donde se sitúan se teje un diálogo, una historia oculta que nos atrae y de la que queremos saber más.
En este caso existe una hilo narrativo que conecta directamente a los personajes de la serie con la misma biografía de Kuhn, con sus orígenes brasileños y sus primeros veinte años, vividos en un país al que no ha vuelto hasta este momento, hasta Native. El proyecto nace de una necesidad de la artista por recuperar su pasado, por reapropiarse de él y reconocer posibles nexos con su presente, configurando así una especie de realidad paralela en la que retrata a personas que bien podrían ser ella en círculos que también podrían ser los suyos.
Recupera un estado de ánimo, un sentimiento de lo que a sus ojos era –y ahora es– Brasil, una mezcla de experiencias reales e imaginarias que promueven una obra de situaciones a medio camino entre lo onírico y lo físico.
Mundo íntimo
Es el «viaje de vuelta de un pájaro a su nido en el bosque», como plantea la propia Kuhn. Por ello entre los personajes y la fotógrafa existe un vínculo indisoluble y palpable, una profunda complicidad que permite esa naturalidad en los cuerpos, esa elegancia y equilibrio que provoca el no sentirse observado, intimidado por lo ajeno, una de las facultades más hermosas del trabajo de Kuhn, y que le lleva a trabajar directamente con su cámara, sin modelos profesionales ni asistentes ni trípodes.
Los interiores contribuyen aún más a esta sensación de mundo íntimo, de espacio atemporal que acoge y permite dar forma a este compromiso emocional. El apartamento en el que se desarrolla el proyecto se sitúa en el mismo corazón de São Paulo, un emplazamiento –en su momento residencial y ahora en decadencia– que recoge en sus ambivalencias y colores una importante simbología que recorre cada una de las instantáneas.
El verde, el rosa y el amarillo representan características propias del país: su geografía, la jungla, el militarismo; la piel y lo carnal; su influencia europea y el esplendor de los cincuenta. Por otro lado, lo instintivo y lo salvaje, la sensualidad y lo exótico, viene asociado a instantáneas de vegetaciones húmedas, de frondosas selvas, sin figuras humanas, que funcionan como pausa y contrapunto de toda la narración.
Madrid. Mona Kuhn. Native. Galería Pilar Serra [1].
Del 5 de junio al 31 de julio de 2012.