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El gusto artístico de los Obama

Pienso | Tal vez … sí | Espera un minuto | Pienso una segunda vez | Tal vez … no | Pensaré. 

No sabemos cuánto tiempo le llevaría a Barack Obama decidir si colgaba o no esta tela en sus paredes, pero lo que sí sabemos con seguridad es que este matrimonio ecléctico, moderno y comprometido ha sabido trasladar a su residencia oficial sus propios gustos personales, con al menos 47 obras de arte prestadas por diversos museos de Washington, una selección que en términos generales ha sido muy bien acogida por la crítica, después de que la pasada semana la Casa Blanca diera a conocer el listado de obras expuestas.

Cultura afro-americana

Una colección en la que está representada, como no, la cultura afro-americana, con varias piezas pero especialmente un lienzo titulado N2 Negro como yo de Glenn Ligon, un artista conceptual negro que explora temas de política y raza, además de otras cuatro pinturas del artista William Johnson que giran alrededor del movimiento de renovación de esta cultura racial en Estados Unidos.

Los indios ocupan también un lugar destacado en la residencia de los Obama, con doce habitaciones dedicadas a sus costumbres, incluyendo piezas George Catlin, uno de los mayores retratistas del siglo XIX.

Expresionismo abstracto

Como era de suponer –y casi de obligado cumplimiento– también está presente el expresionismo abstracto estadounidense con obras de Mark Rothko y Josef Albers, pero lo realmente novedoso es que los Obama no han tenido ningún miedo en introducir trabajos de algunos artistas prácticamente desconocidos, sobre todo si su mensaje es interesante, como es el caso del pintor Edward Corbett y su cuadro Noviembre 1963 III, dedicado al asesinato del presidente John Fitzgerald Kennedy.

Excepcionalmente, pero siempre haciendo gala de ese nuevo espíritu instalado en la "primera vivienda" de EE.UU., se han introducido en la selección algunos artistas no estadounidenses, como es el caso de Edgar Degas, con esculturas de alguna de sus famosas bailarinas; Nicolas de Staël y Giorgio Morandi, aunque hay que recordar que ya en 1961, Jackie Kennedy logró introducir un Cézanne en la Casa Blanca, sin excesivos reproches ni críticas.