Diseñado por la empresa de Nueva York Diller Scofidio + Renfro, la estructura se basa en una tela transparente que se instalaría dos veces al año, durante mayo y octubre, pudiendo permanecer sencillamente almacenada el resto del tiempo que no se encuentre en uso. Este añadido proporcionaría un espacio temporal para la realización de espectáculos, trabajos de artes escénicas, proyecciones de películas y conferencias, en definitiva una serie de actividades destinadas a fomentar un amplio debate público sobre los valores culturales.
Cinco millones de dólares
Según el director del museo, Richard Koshalek, que tomó las riendas de la institución en abril pasado, el presupuesto para la construcción de la estructura especial sería de alrededor de cinco millones de dólares (3,4 millones de euros), una cantidad que en opinión de los expertos se considera como insignificante dados los recientes niveles de expansión del museo, incluso en la difícil situación económica actual.
El Hirshhorn Museum [1] forma parte de la Smithsonian Institution y se encuentra situado en un centro comercial, a medio camino entre la Casa Blanca y el Capitolio, una zona “sagrada” en la que las “aventuras arquitectónicas” resultan poco menos que imposibles, ya que cualquier reforma permanente requeriría la aprobación de la notoriamente conservadora Comisión de Bellas Artes y de la Comisión Nacional de Planificación de la Capital, un proceso que podría llevar años.
Sin embargo, el inteligente plan ideado por Richard Koshalek cuenta con la ventaja de que al tratarse de una estructura temporal, podría llevarse a cabo simplemente con la aprobación del propio Consejo del museo, transformando así uno de los edificios más sombríos de Washington en lo que podría ser el trabajo más gratificante de arquitectura civil realizado en esa ciudad desde que I.M. Pei diseñara el edificio este de la Galería Nacional de Arte, hace ya más de 30 años.