La exposición pondrá de manifiesto la evolución de este género pictórico en Roma, desde su consideración como menor hasta convertirse en una pintura de prestigio reconocido, dotada de características específicas que señalan ya su singularidad como género.
Paisaje armónicamente estructurado
Hasta finales del siglo XVI, los paisajes fueron considerados un género menor por parte de los teóricos del arte y en ocasiones fue tratado como una especialidad relegada a los pintores que llegaron a Italia desde el norte de Europa. En Roma coincidieron diferentes tradiciones que durante el siglo XVI habían constituido las tendencias más significativas de este género pictórico: los paisajes arqueológicos de Polidoro da Caravaggio y Rafael, así como los fondos más naturalistas y poéticos de obras de Giorgione o Tiziano, que algunos de los grandes coleccionistas romanos mostraban con orgullo.
Fue Annibale Carracci quien elaboró el prototipo del paisaje armónicamente estructurado, que a finales del XVII mereció el calificativo de “clásico”. El ejemplo de Carracci fue posteriormente desarrollado por sus discípulos boloñeses, como Domenichino o Francesco Albani, quienes enriquecieron el género con referencias literarias. Paul Bril, por otro lado, aportó la creación de variantes como el paisaje marino, pequeñas escenas de género o paisajes con topografía precisa. De esta manera, él y otros artistas procedentes de Amberes, como Jan Brueghel o Sébastien Vrancx, modernizaron en Roma la tradición de la pintura de Amberes del siglo XVI a través del contacto con el paisaje italiano.
Un alemán en Roma
Otro factor importante en el desarrollo de la pintura de paisaje reside en la presencia en Roma entre 1610 y 1620 del alemán Adam Elsheimer, quien introdujo en sus paisajes pequeños personajes y otros aspectos como referencias literarias, así como la tensión dramática propia de los grandes cuadros de historia. Su pasión por los efectos atmosféricos y las variaciones lumínicas constituyen un antecedente importante para el paisaje naturalista de Bartholomeus Breenbergh, Cornelis van Poelenburgh y Filippo Napoletano, que inspiraron también a pintores como Carlo Saraceni y Orazio Gentileschi, todos ellos presentes en la exposición a través de obras imprescindibles en sus respectivos catálogos.
Especial importancia tienen las dos secciones dedicadas respectivamente a Claudio de Lorena y a Nicolas Poussin, los dos máximos representantes del Género, cuyas obras respectivas permiten el paso definitivo de género menor a una pintura de prestigio reconocido dotada de características específicas que señalan su singularidad como género. Junto a ellos se expondrán piezas de otros pintores franceses como Jean Lemaire, quien rápidamente fue valorado en el mercado del arte por sus perspectivas arqueologizantes, o Gaspard Dughet, cuyas ensoñaciones románticas causaron un fuerte impacto en futuros paisajistas, como Courbet.
Conjuntos prácticamente idénticos Las dos sedes de la exposición (Galeries nationales du Grand Palais [1] y Museo del Prado) presentan conjuntos prácticamente idénticos, a excepción de los dibujos, que por cuestiones de conservación varían sustancialmente de una sede a otra. La principal diferencia es la inclusión en Madrid de una sección inexistente en París, en la que se describe el encargo realizado por Felipe IV de una numerosa serie de paisajes destinados a la decoración de su nuevo Palacio del Buen Retiro. En ella participaron los más relevantes artistas residentes en Roma entre 1635 y 1640, cuya influencia fue trascendental en el devenir del género. |
Madrid. ROMA: Naturaleza e Ideal. Paisajes. 1600-1650. Museo del Prado [2].
Del 5 de julio al 25 de septiembre de 2011.
Comisario: Andrés Úbeda.