De esta forma, el público gallego puede disfrutar durante tres semanas más de esta exposición compuesta íntegramente por fondos del Prado, un recorrido por el evocador mundo del paisaje nórdico apreciando la maestría con la que los pintores representaron con fidelidad montañas, bosques, campiñas, ríos, mares, parajes cubiertos de nieve o canales helados, inmersos en una luz naturalista.
Durante la Edad Moderna, los italianos llamaron «nórdicos» a los pintores de las tierras que estaban más allá de los Alpes y fundamentalmente a los de los Países Bajos. Allí, el contexto social y cultural hizo que, a lo largo del siglo XVII, pintores y coleccionistas se apartaran en gran medida de los temas heroicos propios de la pintura de historia en favor de asuntos cotidianos, pero igualmente aptos para la pintura. Entre ellos estaba el paisaje, que pasó a convertirse en un género pictórico independiente en el que el asunto representado se relega a un segundo plano y se convierte en pretexto para representar con fidelidad los elementos de la naturaleza.
Grandes maestros
El paisaje nórdico en el Prado incluye más 50 obras y entre los pintores que la integran figuran los más destacados maestros del género, con obras tan representativas como Paisaje alpino de Tobias Verhaecht, uno de los maestros de Rubens; La vida campesina, La Abundancia y los cuatro elementos y Boda campestre, de Jan Brueghel el Viejo, además de La visión de san Huberto, que pintó en colaboración con Rubens, o Mercado y lavadero en Flandes, en colaboración con Joos de Momper el Joven; Paisaje con gitanos y Tiro con arco de David Teniers o los dramáticos Asedio de Aire-sur-a-Lys de Peeter Snayers y Bosque de Simon de Vlieger.
Las dos tipologías más características del paisaje nórdico –el paisaje de invierno y el paisaje de agua– están representadas con obras tan delicadas como El puerto de Ámsterdam en invierno de Hendrick Jacobsz; Dubbels o Paisaje con patinadores de Joos de Momper el Joven; y por pinturas como Playa con pescadores de Adam Willaerts y Embarcando en una playa de Bonaventura Peeters, que unen el paisaje con la escena de género. Un puerto de mar y Paisaje con desembarco de holandeses en tierras de Brasil de Jan Peeters aluden a las lejanas tierras a las que las rutas comerciales llevaron a los holandeses. Y, por último, está Rubens, el gran maestro flamenco, cuyos paisajes constituyen la parte más íntima, más personal de su producción. De ellos se expone el soberbio Atalanta y Meleagro cazando el jabalí de Caledonia, una de las obras cumbres del paisaje nórdico.
La exposición concluye con algunos de los paisajes encargados por el monarca español Felipe IV para decorar el palacio del Buen Retiro de Madrid a Claudio de Lorena, Jan Both y Herman van Swanevelt, los jóvenes pintores nórdicos que iniciaron en Roma el llamado «paisaje italianizante» que en Holanda contó con numerosos seguidores. El más destacado fue Philips Wouwerman, que se especializo en la representación de cacerías como Parada en la venta y Partida de caza y pescadores que adelantan ya el gusto rococó.
Santiago de Compostela. Rubens, Brueghel, Lorena. El paisaje nórdico en el Prado. Fundación Novacaixagalicia-Claudio San Martín.
Del 1 de diciembre de 2011 al 26 de febrero de 2012. Prorrogada hasta el 18 de marzo.
Comisaria: Teresa Posada Kubissa, conservadora Pintura Flamenca y Escuelas del Norte (hasta 1700) del Museo Nacional del Prado.