Los trabajos de restauración completa del retablo arrancaron el pasado mes de agosto con un presupuesto aproximado de 305.055 euros y habrán de quedar finalizados para la primavera de 2010, momento en que regresará a su emplazamiento original.

Gabriele Finaldi, director adjunto de Conservación e Investigación del Museo, y Leticia Ruiz, jefa del Departamento de Conservación de Pintura Española, en colaboración con Francisco Ortiz, deán de la catedral sevillana, y Teresa Laguna, conservadora de pintura de la misma catedral, expusieron ayer en rueda de prensa el largo y delicado proceso de restauración de esta tabla central que desde hoy pueden admirar los visitantes del Prado.

Historia de las intervenciones

El retablo fue cambiado de lugar en 1560 debido a modificaciones en la fábrica del edificio derivadas de las obras que por esas fechas se acometían en las salas del capítulo y de cuentas, y ahí ha permanecido hasta nuestros días.

Se documentan las primeras intervenciones para su conservación a finales del siglo XIX, momento en que Manuel Lucena lo restaura bajo la supervisión de la Academia de Bellas Artes de San Fernando. El proceso de recuperación de la pieza, muy afectada por la suciedad ambiental, ha consistido fundamentalmente en eliminar repintes, yesos y barnices oxidados, haciendo que vuelva a brillar como cuando fue concebida.

Canon manierista

También ha habido que adecuar el soporte de madera, ya que presentaba imperfecciones y deformidades que afectaban al conjunto y a la propia estabilidad del paño (no olvidemos que se trata de una tabla de 330 x 240 cm de ancho, con un fino grosor de a penas 4 cm que además estaba colocada en una posición vertical y elevada). La madera, roble báltico, sufrió también importantes daños cuando al poco de ser colocada en Sevilla tuvo que ser trasladada.

Estilísticamente, la obra restaurada por el museo se asocia a un canon manierista deudor de fórmulas italianas, presente también en otras pinturas sevillanas ligadas al taller del artista como el Descendimiento (1547), La despedida de San Joaquín (1557) o La Alegoría de la Caridad (1557).