Desde la fundación de este museo, la fecha del nacimiento del arte moderno se había establecido en 1881, año del nacimiento de Picasso, pero ahora, con este movimiento de piezas, se fija el inicio del arte contemporáneo en Goya.

Escollo salvado

La idea surgió de Borja-Villel. Y se resolvió en dos reuniones distendidas y llevadas personalmente entre ambos directores. Se planteó como una "actuación en dos frentes: el conceptual y el administrativo". "Goya explica como ningún artista el arte del siglo XX", dice Miguel Zugaza, director del Mseo del Prado, para aclarar que en el mundo de las ideas hubo sintonía desde el principio.

En el plano administrativo, el escollo que fue necesario salvar fue la normativa establecida en un real decreto de 17 de marzo de 1995, que fija en el nacimiento de Picasso un corte limpio (al menos hasta ahora) entre las dos colecciones. "No hubo resistencia por parte de ninguna Administración", aclaró anoche Borja-Villel. "Si estamos de acuerdo entre los museos, sería absurdo que la ley se mostrase inflexible", añadió Zugaza.

El régimen de préstamo de los grabados de Goya, las 162 estampas pintadas entre 1799 y 1810, con las que el genio aragonés ingresó en la madurez, es el de depósito. “El Guernica, propiedad también del Prado, descansa desde 1992 en el Reina Sofía como su obra más emblemática precisamente bajo esta figura.
Borja-Villel tiene claro desde hace tiempo dónde encajará Goya en su visión del museo, el primer cambio profundo en la colección permanente desde mediados de los noventa y que será presentada al público el 28 de mayo. En la nueva ordenación, los grabados se colocarán en dos espacios diferentes. El director planea instalar Los desastres de la guerra en una sala dedicada a La España negra, junto a Zuloaga y Gutiérrez Solana. "¿Lo ves?", explicaba hace unos días Borja-Villel in situ. "Contemplar la negrura de Solana es contemplar a Goya". Tras esta decisión subyace su visión "no formalista de la historia del arte", que hará convivir a Goya con La mujer azul (1901) de Picasso dentro del gran espacio dedicado al Modernismo y el Decadentismo.

Nuevos compañeros

La segunda presencia de Goya se hará sentir en la sala anexa, dedicada al Esperpento, un espacio inspirado en Luces de bohemia, de Valle-Inclán. Un ejemplar original de la obra será, junto a Darío de Regoyos, uno de los nuevos vecinos de Los caprichos. "Quizás la verdadera España negra es aquella de Gómez de la Serna y de Valle-Inclán, en la que la risa no es más que un medio para exorcizar la muerte y el dolor", explica Borja-Villel.

En Los caprichos se considera el inicio de la primera madurez de Goya. No en vano, el dominio de los recursos del grabado y la temática (doble; el cortejo y la prostitución, por un lado, y las escenas de brujería, por el otro) se considera la transición perfecta entre el antiguo régimen y la sociedad contemporánea. Los desastres es la respuesta de Goya al estupor de la Guerra de la Independencia. Es comúnmente aceptado que en las masacres, las ruinas de la destrucción y la negrura de esta sobrecogedora serie se halla el origen último del grito antibelicista del “Guernica.

"Esto es el principio de un diálogo constante entre las dos instituciones", explicó anoche Miguel Zugaza al diario El País para subrayar la total sintonía en la visión de ambos acerca del presente y el futuro de la acción museística. Borja-Villel, desde su trinchera teórica, añadió: "La modernidad tiene muchos comienzos y muchos futuros. Lo bueno de tener varios inicios, es que esto abre una variedad de futuros. El futuro único es autoritario, de otra época. Y abrir posibilidades siempre es democrático".