En palabras de Abel H. Pozuelo, comisario de la exposición: “Las dos propuestas que se presentan en la Sala de Arte Joven no establecen un diálogo entre sí pero coinciden en varios aspectos elementales y sustanciales. En ellas la representación consiste en crear una circunstancia sensorial, plástica, que el visitante debe completar. Las dos construyen el teatro y proponen que atravesemos o levantemos el telón, pero para que algo funcione, debemos introducirnos en la obra. Ambas son, en suma, propuestas para un teatro interior”.
Un hotel abandonado…
Bajo el título El hotel que me habita, Larred y Saura presentan una instalación que tiene como punto de partida el hallazgo casual de un hotel abandonado, en ruinas, por el que ambas deambulan recorriendo sus pasillos y habitaciones vacías, desoladas, intentando reconstruir y recuperar las historias, y las vidas de los huéspedes que allí se alojaron
En esta creciente necesidad de reconstrucción y recuperación han organizado en el espacio superior de la Sala de Arte Joven un fragmento de ese hotel, con sus pasillos, sus puertas, introduciendo algunos muebles y objetos recuperados del olvido, recubriéndolos de blanco, sobre los que se proyectan las fotografías tomadas en la visita que ambas artistas llevaron a cabo en ese hotel. El contraste entre la evocación del lugar recuperado y la imagen documental de lo que era cuando fue descubierto, le sirve al espectador como llave que abre la puerta de un laberinto.
Algo más que retratos
Las pinturas de Martín Godoy tiene como punto de partida el rostro fotografiado de personas reales, de carne y hueso. Mediante una técnica reposada que se basa en la superposición de capas y veladuras tiene lugar la transformación de estos rostros en una especie de bruma de grises, dónde las zonas aclaradas provoca fuertes contrastes dando lugar a ángulos y zonas de sombra. Lo que se observa son restos de personajes de carne y hueso, representaciones, dónde lo primero que desaparece es la carne y el hueso para fabricar una entidad nueva, una entidad teatral con vida, pero sin atributos individuales.
Para Martín Godoy el espacio expositivo es casi tan importante como las obras, de ahí que presente un espacio pintado de gris oscuro, bajo una iluminación tenue como si de candiles de aceite se tratara al que se accede a través de una cortina y desde dónde podemos contemplar sus cuadros. La sensación es la de entrar en un lugar privado, silencioso, mágico invitando al espectador a cruzar la frontera entre dos mundos e iniciar un itinerario silencioso.
Madrid. El teatro interior. Sobre ruinas y máscaras. Sala de Arte Joven de la Comunidad de Madrid. Avenida de América, 13.
Hasta el 20 de febrero de 2010.
Comisario: Abel H. Pozuelo.