Estos nombres, generalmente poco conocidos, incluso para los habitantes de la región murciana, reflejan de manera sorprendente las diferentes capas del ir y venir de los pobladores de la zona: son el sedimento palpable del devenir histórico que ha modelado el paisaje.

Los 35 nombres “encerrados”  en otras tantas fresqueras, como las que se utilizaban hasta hace no tanto tiempo para la conservación de los alimentos, se complementan con el vídeo: Mil veces, sin importarle el tiempo…, una especie de relato de la escucha del agua donde se mezclan el sueño, la vigilia y los recuerdos de infancia, proyectado en bucle infinito en el nicho alargado que antiguamente ocupaba el altar.

Interpretación de fenómenos

Eva Lootz, residente en España desde finales de los años sesenta y fundadora, junto a Juan Navarro Baldeweg, Adolfo Schlosser y Patricio Bulnes, de la revista experimental Humo, ha centrado su labor escultórica en la interacción entre los fenómenos físicos y el lenguaje. Su trabajo se caracteriza  por la utilización de materiales tan poco habituales en escultura como el mercurio, el carbón, la parafina o el hielo seco y de soportes heterogéneos como la tela, el vidrio soplado, el dibujo, la instalación, la fotografía o el vídeo. La exposición que ahora presenta en la sala murciana –como todo el trabajo de esta artista– consiste en una reflexión poética acerca de lo visible, a la vez que una investigación sobre el lenguaje.

La exposición se podrá visitar hasta el 21 de junio y cuenta con un catálogo que incluye textos del profesor de la Universidad Complutense de Madrid, José María Parreño, y del actual director de Santa Mònica en Barcelona, Vicenç Altaió, además de los de Eva Lootz.

Murcia. Mundo. Seco. Benamor. Amarga. Sala Verónicas.

Hasta el 21 de junio.