Pero todo esto puede estar a punto de cambiar, porque la galería Jeschke-Van Vliet de Berlín acaba de inaugurar una notable exposición, titulada Detrás de la Cortina de Hierro, en la que por primera vez en Europa se muestra una colección de 300 pinturas, todas ellas clásicos de este género. Y según algunos especialistas, este evento podría ser el detonante de un renacimiento del interés por una forma de arte que hasta ahora había sido desestimada como mera propaganda política.
La pintura como documento
El grueso de esta recopilación pertenece a un grupo de coleccionistas italianos, con sede en Milán, que siempre han mantenido su fe en el valor de las pinturas, no sólo como obras de arte, sino por lo que suponen como objetos de indudable interés histórico.
Desde mediados de la década de 1920, los principales artistas que vivían bajo el régimen comunista se dedicaron a crear un tipo de arte que representaba y celebraba los logros de la revolución bolchevique. El estricto código de estética impuesto por el Estado –especialmente cuando Stalin desató el terror– sofocó la intensa creatividad que siguió a la revolución de 1917, cuando el radicalismo social parecía tener una afinidad natural con la experimentación artística.
En 1932, Stalin publicó un decreto titulado "Sobre la reconstrucción de obras literarias y las organizaciones de arte". A partir de ese momento, las formas de arte consideradas "decadentes", como el surrealismo y el expresionismo, fueron prohibidas y, paradójicamente para una sociedad "revolucionaria", los artistas se animaron a explorar temas edificantes, a menudo celebrando las virtudes más sencillas de trabajo en las fábricas y el campo. Los que no quisieron cumplir con esta premisa se vieron obligados a exiliarse o tuvieron que trabajar en secreto, sin ningún reconocimiento público.
Un agujero negro
Pero según Gaia Fusai, portavoz del grupo de coleccionistas que está respaldando esta exposición, “mientras que la ideología comunista ha perdido su poder hoy en día, las obras de arte que retrataron este movimiento son algo más que pura propaganda y representan un tiempo vivido en la Unión Soviética, por lo que su difusión pública en este momento pretende llenar un agujero negro de la historia".
Las obras ahora exhibidas en la galería Jeschke-Van Vliet –que está ubicada en un espacio antes ocupado por el Muro de Berlín– han necesitado alrededor de cinco años de investigación y legitimación, unos trabajos técnicos que han sido dirigidos por los comisarios Alessandra Coruzzi Lucía y Hassan Bayati.
Berlín. Detrás de la Cortina de Hierro. Galería Jeschke-Van Vliet.
Hasta el 30 de noviembre de 2009.