Además, las nuevas instalaciones devolverán a los visitantes un pasillo abovedado que recorre la longitud del museo que actualmente cumplía funciones de distribuidor de mercancías y que a partir de ahora volcerá a disfrutar de su finalidad original, la entrada de público desde el nivel de la calle.
Diseñados para ser casi invisibles para los transeúntes –justo por debajo de la eterna escalera que subiera Rocky Balboa–, los nuevos espacios subterráneos suponen un verdadero reto para este arquitecto conocido especialmente por sus llamativas estructuras curvas para exteriores, como la realizada en titanio para el Museo Guggenheim Bilbao en España o la de acero curvado en el Concert Hall de Walt Disney en Los Ángeles.
Una idea fascinante
“Meterse bajo las sábanas para tratar de hacer arquitectura en esas condiciones es una idea fascinante», comentaba Gehry en una reciente entrevista a The New York Times. «A todos los arquitectos nos intrigan las cosas subterráneas, no creo que sea el único. El verdadero reto es hacer algo oculto pero que igualmente puede llegar a ser espectacular»
Las obras del llamado «muelle de carga» se espera que estén finalizadas en 2012, pero responsables del Museo de Arte de Filadelfia [1] han comunicado recientemente que Gehry se encargará no solo de este proyecto, sino que abordará también la renovación de la sede de la institución, un ambicioso plan a realizar en un plazo de 10 años y que contará con una inversión cercana a los 500 millones de dólares (363 millones de euros).
El Museo de Arte de Filadelfia se creó en 1876 ligado a la Exposición del Centenario de ese mismo año y hoy en día se encuentra entre los más grandes e importantes museos de arte de Estados Unidos.