La elección no ha sido fácil. Muchas gracias a todos por participar. En breve podréis participar en nuevos concursos con atractivos regalos “culturetas”.
A los tres ganadores les rogamos que nos envíen sus direcciones postales a: melofilia@hoyesarte.com [1]
MultiplicARTE, lETRAs, emocionARTE!, MultiplicARTE
Sonia Casado
MultiplicARTE, lETRAs, ¡emocionARTE!, MultiplicARTE, eso mismo quería hacer cuando descubrí que para acceder a algunos museos había colas kilométricas que parecían objeto de alguno de esos fotógrafos excéntricos. «Lo mejor hubiera sido colARTE», pensé, pero hasta eso era imposible, apARTE que no hubiera estado nada bien, claro…
Colas infinitas, nacionalidades varias y nubes amenazantes, finalmente no se pudo entrar al Museo Egipcio ni a La Pedrera, pero había más opciones y a ellas íbamos. Muy cerca de allí se encontraba la Fundación Antoni Tàpies y para allá me dirigí. La visita duró más bien poco, nunca entendí el «arte» de Tàpies, punto y apARTE.
Esas nubes cumplieron con su amenaza y sobre mi rostro empezaron a deslizarse gotas de primavera, mis pies también empezaban a amenazarme…
Paseo de Gracia abajo, plaza Catalunya en diagonal y Ramblas hacia el mar, hasta encontrar el Palau de la Virreina (Centro de la Imagen) con una grata sorpresa. Gentes de lETRAs, curiosa palabra, pensé, hay tanto ARTE en su interior (contiene la palabra ARTE al revés). Era el Festival de Poesía, nada más y nada menos, dos catalanes y dos madrileños subieron al escenario para deleitarnos los sentidos, y es que lo que el ARTE ha unido que no lo separe el fútbol.
Muy cerca de mí poetas y artistas, Casasses, uno de ellos, tiene «Wiki» y todo…
Y mis pies sin darme tregua, aunque no quería hacerles caso… ¡me negaba!
Arriba, salas con imágenes, salas grandes, entorno agradable y artistas mostrando sus obras, eran los Walking Gallery deleitando los sentidos…
Tentempié y directos al MNAC, palabras mayores, señoras y señores. Destino final para la noche y seguía lloviendo, pero en su interior todo era belleza y las únicas gotas que podían caer hubieran sido las de las lágrimas de la emoción. ¡EmocionARTE!
Aún tengo en mi retina la imagen de ese cuadro de Ceruti que me cautivó, Grupo de mendigos, ¡yo quiero ser Ceruti! Pensé… El tiempo se nos iba entre barrocos y renacentistas, que GRAN compañía. Era la 1.00 h y la magia nos abandonaba, los tres mendigos también…
Sé que volveré, me quedó mucho por ver y mis pies me estaban matando… pero todo sea POR AMOR AL ARTE!
Un fin de semana cualquiera
Santiago Romero Ressendi
Un fin de semana cualquiera. Dos niñas, no pequeñas pero aún jóvenes, su madre y yo acompañándolas por primera vez a una visita especial a un museo. Las primeras caras de protesta no tardaron en aparecer. ¡En fin de semana nos quiere llevar al mismo sitio que nos lleva el cole!
Decidí que esta vez les haría ver el arte de otro modo, sin imposiciones, simplemente dejando que disfrutasen, que fuese la curiosidad natural de una mente joven la que buscase en los rincones, la que descubriese que algunas de esas extrañas cosas que colgaban de las paredes tenían algo especial, una especie de misterio que solamente ellas podían ver.
Pasearon sin que las molestásemos para nada, dejándolas a su aire por el museo. Al cabo de dos horas, que para nosotros transcurrieron rápidamente, mientras observábamos cómo se abrían a algo nuevo, ellas volvieron. Su cara era distinta, habían descubierto algo nuevo. Les preguntamos… ¿Qué habéis aprendido hoy? No supieron qué responder y se miraron angustiadas entre sí al no saber qué decirnos.
Las miramos, sonriendo. Agarré sus manos y les dije «ahora ya podemos irnos, la próxima vez que vengáis será porque vosotras lo pidáis», nos miraron confundidas.
Luego, mientras almorzábamos, me preguntaron, curiosas como toda mente joven, ¿pero qué es lo que hemos aprendido? ¡no sabemos nada! ¿por qué sonríes? Las miré y respondí lo mismo que me dijo mi padre cuando le pregunté hace muchos años, siendo yo aún un niño, por cuadros que no entendía qué representaban, «habéis aprendido a mirar con el corazón y ahora tenéis que buscar lo que hace que se emocione. El arte no se tiene que entender, se tiene que sentir».
Su sonrisa, aunque parezca una tontería, me hizo sentirme como si fuese un anciano de los primeros tiempos del hombre cuando descubría cosas a los más jóvenes de la tribu. Y, maldita sea, solamente tengo cuarenta y cinco años. Supongo que el arte tiene también su parte negativa. Pero compensa, es la única forma que existe de transmitir sentimientos de forma directa. Lo que no quita que me sienta más viejo. Aunque también más sabio.
¡Ah!, me olvidaba, en realidad esa visita no se ha producido aún, esas niñas ni siquiera saben lo que siento por ellas ni por su madre, pero creo que esa es precisamente la belleza del arte, que es capaz de hacernos sentir algo que no existe realmente en otro lugar más que en nuestros corazones y en el de los artistas que nos muestran el interior de los suyos. Cuando encontramos uno que siente algo parecido a lo que nosotros sentimos, se produce algo mágico.
Ese fin de semana estaba solo en el museo, pero pensar que no era así hizo que la visita fuese distinta. A lo mejor algún día se hará realidad, y entonces esos cuadros me recordarán algo muy especial.
Los peces tampoco dormían
Ascensión Martín
Esa noche, en A Coruña, la Casa de los Peces abrió sus puertas con la exposición World Press Photo 2011. Los peces tampoco dormían. Salí del Aquarium Finisterrae con el recuerdo de las fotografías sumergidas entre bancos de peces; entonces comprendí el significado de explorar la noche o la luz de los sabios, esa que habita en los días de los museos. Llegué a casa por el camino más largo mientras sonaba de fondo, en mi cabeza, la música de Saint-Säens. Como una fotografía inmensamente viva de un Aquarium en su Carnaval.