Fundación Antonio Saura, e incluye aproximadamente ciento veinte imágenes, divididas en dos proyectores, insertas en un espacio acústico compuesto por el artista. De este modo, el fotógrafo mexicano aúna música y fotografía, dos categorías intrínsecamente relacionadas en el mundo del realizador.
El propio Herrera, formado inicialmente como músico, reconoce que sus fotografías están profundamente impregnadas de este tinte melódico: “La forma de componer una pieza musical tiene mucho que ver con cómo se puede crear una fotografía, o cómo se puede estructurar una pintura. Intento trabajar con las imágenes de una manera diferente”.
Simbolismo y madurez
El resultado de la muestra promete ser, pues, sorprendente. Un conjunto de instantáneas que explotan el blanco y negro y la novedad técnica, los contrastes lumínicos y los juegos de texturas, que juegan con la composición y la referencia, transmiten sensaciones particulares y hablan por sí solas, pero que agradecen el acompañamiento sonoro, a fin de conseguir un acabado más personal. Pues de ello trata siempre una exposición, de reflejar lo que el artista intenta comunicar de una manera u otra. Qué mejor forma de conseguirlo que seleccionando él mismo el ambiente acústico en el cual sus creaciones pueden ser contempladas.
Las fotografías de Herrera hablan de simbolismo, de madurez, y de una visión instintiva para elegir un enfoque, un momento y un lugar determinados.
En cuanto al momento de escoger las obras apropiadas, Herrera afirma no tener predilección por unas sobre otras al afirmar que “todas las piezas son importantes, todas ellas son parte de un mismo cuerpo, y expresan de manera conjunta lo que quiero transmitir, lo cual no quita que algunas estén mejor logradas”. Queda, por tanto, a juicio del espectador, decidir cuáles van más acorde con sus intenciones.
Cuenca. Semana de la Música Religiosa [1]. Germán Herrera [2]. El silencio como punto de partida. Escuela de Arte Cruz Novillo.
Del 27 de marzo al 27 de abril de 2010.