Desde muy temprano, Moore se rebeló contra la visión tradicional de la escultura que le transmitían sus maestros y en su lugar tomó su inspiración de las obras no occidentales que veía en los museos. Fue pionero en la talla directa de los materiales, evolucionando así hacia sus particulares formas abstractas procedentes del cuerpo humano.
La exposición de la Tate, comisariada por Chris Stephens, presenta ejemplos de los principales temas que definen su obra, como la figura reclinada, la madre y el niño, composiciones abstractas y dibujos de Londres en la Segunda Guerra Mundial. Las obras están situadas en el turbulento flujo y reflujo de la historia del siglo XX, a veces dejando al descubierto una oscura dimensión cargada de erotismo que hace ver esas mismas obras bajo una nueva luz.
Un lugar en los corazones
El trauma de la guerra, el advenimiento del psicoanálisis, las nuevas ideas sobre la sexualidad, el arte primitivo y el surrealismo, todos fueron temas que tuvieron una gran influencia sobre el trabajo de Moore.
Entre los aspectos más destacados de la muestra se incluye un buen número de las principales figuras reclinadas talladas en Elm, que ilustran el desarrollo de esta imagen clave en su carrera. Por otra parte, Moore fue uno de los “artistas oficiales de la guerra” y sus dibujos de ciudadanos londinenses acurrucados, al abrigo de los ataques de los bombardeos nazis, captaron la imaginación popular ganando para siempre un lugar en los corazones del público.
Londres. Henry Moore. Tate Britain. [1]
Hasta el 24 de agosto de 2010.
Comisario: Chris Stephens.