Según Tarrazón, no ha habido presión de las distribuidoras para que cierren los cines. "Es absurdo. Los exhibidores estamos en contra de la ley porque nos perjudica a nosotros y nos parece injustificada. Somos empresas privadas y si el cine catalán tuviera espectadores estaríamos encantados de programarlo, pero ahora mismo no hay demanda. Si en lugar de optar por la ley se hubiera esperado a que las pantallas estuvieran digitalizadas todo sería más fácil porque esta tecnología facilita mucho el proceso, pero se ha querido poner el arado delante del buey".