El estudio muestra la composición y el grosor de cada capa de material aplicada por el pintor y sus resultados revelan que, en el caso de los esmaltes, el maestro añadía varias muy delgadas, cada una de ellas de un diminuto grosor de entre uno y dos micrómetros (la millonésima parte de un metro).
Dirigido por el equipo de Philippe Walter, del Laboratorio del Centro de Investigación y Restauración de los Museos de Francia, y con el apoyo del propio Louvre, este estudio fue publicado el pasado 15 de julio en la edición internacional de la revista Angewandte Chemie.
Un estilo "fascinante"
Las pinturas de Leonardo da Vinci han fascinado desde siempre tanto a estudiosos como a aficionados, en parte seguramente debido a sus sutiles efectos ópticos que desdibujan las líneas maestras, suavizan las transiciones y mezclan las sombras como si fuera a través de humo. Conocida como sfumato, esta técnica no es sólo el resultado de la genialidad del artista, sino también de las innovaciones técnicas que se produjeron en los inicios del siglo XVI.
Las modernas mediciones ópticas y reconstituciones pictóricas ya permitieron en su día una observación muy meticulosa de las pinturas de Da Vinci y lograron describir esta técnica del esfumado, pero los nuevos análisis químico-cuantitativos podrían contribuir a confirmar el procedimiento que seguía el artista, especialmente en lo relativo a la excepcional forma en que realizaba las gradaciones cromáticas.
Por primera vez, Philippe Walter y su equipo han aportado una nueva visión sobre el esfumado gracias al estudio en profundidad de las diferentes capas de pintura. A los siete cuadros analizados directamente en las salas del Louvre –La Virgen de las Rocas, La Mona Lisa, San Juan Bautista, La Anunciación, Baco, La bella Ferronnière, Santa Ana y la Virgen y el Niño– se les aplicó una técnica llamada “fluorescencia de rayos X” de cara a determinar, en nueve diferentes rostros, incluido el de la Mona Lisa, la composición y el grosor de cada capa de pintura.
Realidad y profundidad
Aprovechando las circunstancias, los científicos han descubierto también algunos trucos personales usados por Da Vinci para lograr esas asombrosas sombras que figuran en los rostros humanos. Estos trucos se valen principalmente del uso de diferentes capas de esmalte o pintura muy fina y de una especial y particular combinación química en la composición de los pigmentos y aditivos utilizados, probablemente realizados especialmente para el propio Leonardo.
Por poner un ejemplo, en el caso concreto de los esmaltes, el sistema utilizado fue la aplicación de diferentes capas de un grosor de 1 a 2 micrómetros para finalmente llegar a obtener un espesor total de no más de 30 a 40 micrómetros, lo que finalmente otorga a la figura representada una sensación de realidad y profundidad muy novedosa.