Pascal Cotte, un experto en arte francés que ha analizado el cuadro con una cámara tan extraordinariamente sensible a la luz que puede ver a través de capas de pintura, asegura que Leonardo creó las capas fundamentales de pintura para representar las cejas. La pregunta, entonces, es ¿dónde han ido a parar?
Pues bien, la teoría de Cotte es que pueden existir dos presuntos culpables: o bien fueron los diversos trabajos de restauración aplicados en los 500 años de vida de la obra los que podrían haber hecho desaparecer las cejas o, sencillamente, la desaparición fue debida a una reacción química relacionada con un esmalte especial que el artista utilizaba en sus pinturas.
La pérdida de las cejas no es ninguna tontería, pero Cotte dice que éste es el menor de los cambios que la Mona Lisa ha sufrido a lo largo del tiempo. Según el experto francés, el cielo gris, sombrío, que aparece detrás de la figura era originalmente azul, y la piel de la mujer era de un blanco nítido, sin el tinte amarillo que tiene hoy. Más aún, parece que su cara, y especialmente su enigmática y mítica sonrisa, eran mucho más amplias y que los años habrían hecho que esa parte de la pintura se fuera desvaneciendo.
Los resultados del estudio de Pascal Cotte van a ser presentados hoy en el Museo de la Ciencia y la Industria de Manchester en una exposición titulada Los secretos de la Mona Lisa. La muestra, lamentablemente, no incluirá, como ya es habitual, la famosa obra de Da Vinci, que continuará resguardada en las seguras paredes del Louvre, donde intentan evitar “nuevas alteraciones”.