Guy Cogeval, presidente de los Museos d´Orsay y de l´Orangerie, considera que esta exposición «es una bomba; una de las más bellas que he visto y en la que he participado en mi vida. Presentamos el corazón de nuestros museos. Lo mejor que tenemos». En esa idea insiste también Pablo Jiménez Burillo, director del Instituto de Cultura de Fundación Mapfre, que señala que «es muy difícil concentrar en una muestra un conjunto de obras de tan altísimo nivel».
Una modernidad más profunda y radical
En enero de 2010, la Fundación Mapfre dedicó una importante exposición al nacimiento del movimiento impresionista. La que ahora se presenta muestra lo que ocurrió después de esa gran revolución. En 1886 se celebra la octava y última exposición del grupo impresionista en la sala de exposiciones del marchante Durand-Ruel. A lo largo de las ocho míticas exposiciones que había presentado el grupo, la concepción tradicional de la pintura había saltado por los aires. Los críticos y el público empezaban a asimilar las novedades estilísticas, y los impresionistas comenzaban a tener cierto renombre. Así, entre 1886 y 1900 se asiste al desarrollo de una modernidad más profunda y radical. El impresionismo evoluciona hacia diferentes actitudes pictóricas, tradicionalmente definidas como postimpresionistas que, en realidad, amplifican el talante provocador del impresionismo definiendo los principios estilísticos que abrirán los lenguajes de las vanguardias del siglo XX.
La muestra se inicia con las primeras series de Monet (Los almiares, Los álamos y Las catedrales) y termina con los trabajos decorativos de Vuillard en los Jardines públicos. Entre ambos hitos se presentan los trabajos de Renoir en torno a las bañistas, el desarrollo del neoimpresionismo —con obras de Seurat, Signac o Pissarro—, el constructivismo de Cézanne, el retrato de los bajos fondos por parte de Toulouse-Lautrec, la huida de Gauguin y sus amigos a Bretaña, la creación del grupo de los Nabis con Serusier, Maurice Denis, Bonnard y Vallotton, y la locura de Van Gogh en Arles.
«Estos artistas nos muestran la belleza en estado puro. Nos ponen delante de los ojos otra forma de mirar, algo que nos consuela y nos reconforta. Nos hacen ver que la pintura es bella en sí misma, independientemente del asunto que represente. Nos hacen sentir el gusto por la pintura. Estamos ante una auténtica fiesta de la que salimos contentos, reconfortados y deslumbrados», afirma Jiménez Burillo.
Madrid. Impresionismo y postimpresionismo. Fundación Mapfre [1].
Del 2 de febrero al 5 de mayo de 2013.