La ubicación de este espacio museístico –en el término municipal de Santa Elena, en el mismo lugar en el que se desarrolló la batalla– y su moderno diseño convierten a este centro de interpretación en una infraestructura clave en la Ruta de los Castillos y las Batallas, ya que será el primer hito de este itinerario turístico cultural con el que se toparán los turistas que visiten Andalucía por carretera, dado que está situado a escasos 200 metros de la Autovía A-4, en la salida 257 de esta carretera de entrada a Andalucía por Despeñaperros.
El museo ocupa una superficie aproximada de 597 metros cuadrados, tiene forma de L y dos plantas de altura sobre las que se yergue una torre mirador en uno de los laterales, que alcanza las tres plantas y se erige en un balcón hacia el campo de batalla. En él se explicará este hecho histórico –acaecido en 1212 y que significó el inicio del declive de Al-Andalus– de una manera didáctica a través de diversos audiovisuales que mostrarán ambientes y estampas de la época, como las caravanas de los soldados, los campamentos de ambos ejércitos, las reproducciones de las armas o las indumentarias, entre otros.
Pero el Museo de la Batalla de las Navas de Tolosa no sólo habla de guerra, también invita al visitante a profundizar en el debate de la multiculturalidad y el diálogo entre civilizaciones, desde una reflexión crítica sobre los conflictos que vivimos en la actualidad en lo que pretende ser una pequeña aportación a la cultura de la paz.
La Ruta de los Castillos y Batallas
La puesta en marcha de este centro se enmarca en la Ruta de los Castillos y las Batallas, el itinerario turístico-cultural diseñado por la Diputación de Jaén con el objetivo de crear un producto turístico que englobara algunas de las fortalezas más importantes de España situadas en la provincia y tres de las batallas que determinaron la historia española: Baécula (209 a.C.), Navas de Tolosa (1212) y Bailén (1808), contiendas en las que romanos y cartagineses, almohades y cristianos, y españoles y franceses dirimieron el orden político, social y económico de sus respectivas épocas.
Con la construcción del Museo de la Batalla de las Navas de Tolosa [1] se culmina una primera fase de puesta en marcha de esta ruta en torno a la cual y durante los últimos años se han realizado numerosas intervenciones de recuperación y adecuación de distintos castillos y fortalezas de la provincia, así como de señalización, publicaciones y material promocional, jornadas formativas para el empresariado, una página web, www.castillosybatallas.com [2], así como un Programa de Animación Turística.
En total, se han invertido cerca de 12 millones de euros en esta Ruta, que ha contado con un Plan de Desarrollo Turístico a través del que, durante cuatro años, la Diputación y la Junta han destinado un montante de 4 millones de euros, a los que se han sumado otras inversiones procedentes de la propia Corporación Provincial y otras administraciones: el Ministerio de Política Territorial y los ayuntamientos, además de la iniciativa ActivaJaén, por un valor superior a los 7,8 millones de euros.
El significado de una batalla El 16 de julio de 1212 en los llanos de las Navas de Losa o de Tolosa, ubicados en el Puerto del Muradal en Sierra Morena, hoy Despeñaperros, término de Santa Elena, una pequeña localidad septentrional de la actual provincia de Jaén, un numeroso ejército europeo, feudal y cruzado, que encabezaba el rey de Castilla Alfonso VIII juntamente con Pedro de Aragón y Sancho VIII de Navarra, se enfrentó a un contingente islámico, andalusí y norteafricano, que lideraba el califa almohade Muhammad al-Nasir. La batalla -sus múltiples consecuencias políticas y territoriales- es considerada ya por los propios contemporáneos del siglo XIII como un acontecimiento militar determinante en la expansión conquistadora de los reinos cristianos peninsulares y, sobre todo, en el definitivo retroceso de Al-Andalus, que entregaba a los castellanos los accesos a la Andalucía Bética y al valle del Guadalquivir. Para los territorios meridionales hispánicos que muy poco después -tan sólo cincuenta años más tarde, una generación- se llamaría Andalucía, la batalla fue decisiva y el resultado final, favorable a la coalición cruzada, contundente. Los musulmanes plantearon la lid campal como una repetición de la victoria de Alarcos (1195), pero esta vez ni el número de las tropas ni sobre todo el control de terreno les fueron propicios. Por el contrario, la estrategia militar castellana resultaría definitiva en las cargas frontales de los cristianos frente a las huidas fingidas y las maniobras envolventes de los musulmanes, que resultaron inoperantes por lo heterogéneo del ejército islámico. Tan solo unos días después de Las Navas, Alfonso VIII entraba en Baños de la Encina y Vilches, ya en Andalucía. La ciudad de Baeza, abandonada por su autoridades islámicas locales, es incenciada; mientras que Úbeda, tomada al asalto por los aragoneses, se convirtió en un montón de ruinas. Cumplidos sus objetivos militares, el rey de Castilla abandonó Sierra Morena. En 1213 los almohades, en franca decadencia, intentaron, no obstante, una aproximación militar a la ciudad de Toledo que terminó siendo un completo fracaso. Los problemas dinásticos en Marruecos y los nacionalismos emergentes andalusíes resquebrajaban progresivamente la unidad de los musulmanes ante castellanos y leoneses. Lo que sería aprovechado por Fernando III -rey de Castilla desde 1217 y de León desde 1230- para poner cerco definitivo al Valle del Guadalquivir. Fuente: Extraido de la Enciclopedia General de Jaén (2008). |