Así explica el propio Molina lo que pretende contar en estas dos sesiones:
«Montaigne, en sus Ensayos, me enseñó que el consuelo no está en el vivir sino en el aprender a morir. Maurice Blanchot me mostró que el escribir no es dejar huellas, sino borrarlas; que el escribir no es mostrarse presente, sino ausentarse. Blanchot me habló de la soledad de la obra, de su ilegibilidad, de su inacabamiento, de su ser tan inútil como indemostrable, de la diferencia entre la palabra bruta (la que informa para desinformar) y la esencial (la que comunica sin informar), y también me habló del poeta como aquél que escribe y entiende un lenguaje sin sentido. Blanchot me enseñó a releer a Hölderlin, Mallarmé, Kafka, Valéry o Rilke. Poesía y filosofía, escribió Friedrich Schlegel, son un todo indivisible, eternamente vinculadas, aunque rara vez juntas. ¿Y para qué poetas en tiempos de penuria? Heidegger trató de responder a la pregunta elegíaca de Hölderlin llenando el vacío de lo sagrado. Gadamer, Paul de Man y la poesía del devenir, Wallace Stevens y El ángel necesario, así como los poemas y ensayos de Eliot, Pound, Benn, Seferis, Ungaretti, Fernando Pessoa o Paul Celan, entre otros, cubrieron mi propio vacío.
La poesía es una religión que tiene muchas fes distintas. No persigo que nadie se convierta a la mía pero sí recomiendo estas lecturas que no pudo hacer Orfeo cuando descendió hasta Eurídice. Como a Paul Valéry, me inquieta el lector inculto y el crítico que lo incita a pedir que la facilidad sea cómplice de la lectura, que la supuesta claridad sea el bálsamo de su vacío y de sus angustias. ¿Cómo un lector así puede cubrir el espacio que hay entre el autor, la obra y sí mismo? La poesía es el lenguaje metafórico, sugiere la realidad que se oculta bajo el aspecto visible. La metáfora, la poesía, es la máscara de Dios mediante la cual puede experimentarse la eternidad.
Mi intención en estas dos jornadas dedicadas a mi poesía es contar, previo a la lectura de los poemas, tres historias que tienen mucho que ver con mi manera de entender la literatura y también de dónde procede mi creación. En Las almas más puras me uno al viaje de un grupo de poetas, contado por Horacio, hace nada menos que dos mil años. Es la narración de uno de los primeros viajes literarios y muestra muy a las claras los sentimientos que entre ellos se tenían. Ese tipo de rememoración del pasado es algo muy común en mí, esa nostalgia en poder dialogar con los maestros más allá de su propia escritura.
La poesía es, junto con la filosofía, el género literario más cercano a lo sagrado. La poesía nació de las voces oraculares y como una manifestación de la voz ancestral de la naturaleza misma. Delfos, Eleusis o Cumas son los restos de esos orígenes. Se conservan testimonios escritos salidos de estos antros pero es que en las figuras (sólo en una) de los colosos de Memnon están aún los grafitos de los poemas que, por poetas anónimos, fueron escritos en la piedra de estas figuras egipcias levantadas hace varios miles de años. No hay para mi mejor libro de poemas que éste: al aire libre, a la vista de todo el mundo, en la Tebas egipcia, junto al Nilo.
Mi poesía viene de la antigüedad clásica y se inscribe en ese diálogo con la naturaleza y las fuerzas que mueven su enigma. Una poesía del panteísmo, del paganismo mezclado con nuestro mundo contemporáneo. Clásica y moderna a la vez, es decir, de cualquier tiempo».
César Antonio Molina (La Coruña, 1952) es licenciado en Derecho y doctor en Ciencias de la Información. Fue profesor de Teoría y Crítica literaria en la Universidad Complutense y en la actualidad lo es de Humanidades, Comunicación y Documentación en la Universidad Carlos III de Madrid. Dirigió el suplemento literario Culturas, de Diario 16, e instituciones como el Círculo de Bellas Artes de Madrid y el Instituto Cervantes. Fue ministro de Cultura. Poeta, crítico y ensayista, tiene una copiosa obra publicada que supera la treintena de títulos. Lugares donde se calma el dolor, el cuarto volumen de sus memorias de ficción, sigue la estela de Vivir sin ser visto (2000), Regresar a donde no estuvimos (2003) y Esperando a los años que no vuelven (2007). Es autor del libro de relatos Fuga del amor (2005), traducido al italiano, serbio y francés. |
Madrid. César Antonio Molina [1]. Poética y Poesía. Fundación Juan March [2].
Martes, 5 de octubre: “El mundo a través de mi literatura”.
Jueves, 7 de octubre: “Lectura de mi obra poética”.