Para José María Parreño, el trabajo de Correa es «riguroso y la riqueza que resulta de él es el resultado de conocer técnicas pretéritas, que ha explorado cuidadosamente para lograr apariencias determinadas (la de la pintura al fresco, mezclando acrílico y polvo de mármol) o para saber exactamente cómo puede arrancar capas de pigmento hasta dejar la fresca herida de la tela al descubierto».
De apariencia abstracta, en su personal universo pictórico de sombras y exaltado color aparecen cuidadas referencias figurativas, como elementos de la pintura naturalista y caligrafía orientales, como si de una abstracción paisajista de lo sublime se tratara. El hilo conductor de sus obras se despliega desde el arte de la antigüedad hasta el contemporáneo. Su personal estilo pictórico de superposición de capas puede entenderse como una metáfora de ese paso del tiempo, como la labor de un arqueólogo actual que va descubriendo en cada capa de un terreno diferentes elementos que le sirven para indagar en el pasado.
Recuerdo y memoria
Como explica Ángel Antonio Rodríguez en el texto introductorio del catálogo de esta muestra: «La importancia del recuerdo y la memoria como estímulos del pensamiento siempre ha sido característica fundamental en Juan Correa, que viene defendiendo una metodología creativa donde la transmisión de ideas parte de la experiencia subjetiva para narrar su universo interior. Y, en ese sincero proceso, se nutre de claves muy variadas. Es una ética de la responsabilidad individual que se proyecta (quizá instintivamente) hacia un posicionamiento existencialista, abogando por la poética para producir una estética intemporal».
Es las obras de este artista, como recuerda Rodríguez, «fluyen algunas hojas de roble o nogal, y pájaros, y lobos solitarios, y una última mirada de Aquiles a Pentesilea que reivindica ese perenne interés del pintor por la naturaleza y la mitología clásica. Imágenes vistas o recordadas, soñadas o imaginadas, cosmovisiones donde lo observado o presenciado es, a su vez, rememorable. Un ciclo creativo de mayor empaque orgánico que el de antes, con similares elementos representativos que soportan el vigor de la composición. Una pintura lenta, muy lenta, casi diría que esotérica, confidencial y furtiva. Una pintura libre y fugaz, capaz de reinterpretar las técnicas tradicionales para buscar otros caminos, otras libertades y otras metas».
Madrid. Juan Correa. Fragmento. Poética. Natura. Terra. Galería Marlborough.
Del 2 de junio al 2 de julio de 2011.