A Vasily Kandinsky se le reconoce la paternidad del arte abstracto, su fuerza reside en haber sabido retomar las últimas enseñanzas de Monet, que estaban esperando, escondidas, entre los nenúfares que pintó al final de su vida.

El artista del Jinete Azul pudo llevar a cabo lo que Monet ya había presentido a lo largo de su vida, la cual no fue lo suficientemente larga como para que el artista impresionista pudiera culminar el trabajo.

Kandinsky retomará sus investigaciones, logrando desterrar los objetos de sus cuadros y consiguiendo así una intensidad emocional que se enmarca en el léxico del contenido. En sus obras, el color y las formas adquieren peso y fuerza, dando un cambio radical a lo que venía siendo el arte desde tiempos inmemoriales, y creando obras que tienen un fin espiritual.

Seguro de que la humanidad se encontraba a las puertas de nuevos tiempos, marcados por una profunda espiritualidad, y bajo la influencia de la teosofía de Rudolf Steiner y la metafísica de Schopenhauer, concebía el arte como la llave al reino del espíritu. Al ser este el camino más directo al alma humana, debía ser también el lenguaje de la nueva época del espíritu, y solamente un “arte puro” podía utilizarse con tal fin

De lo espiritual en el arte

Nacido en Moscú, en 1866, en una familia culta y acomodada, su infancia transcurrió entre clases de alemán, piano, cello y pintura. Tendrían que pasar treinta años, y una brillante carrera de derecho de por medio, para que Vasily Kandinsky se diera por fin de bruces con aquello que ocuparía el resto de su vida, el arte, y no sólo en la faceta de pintor, sino también como teórico y profesor, en la Phalanx art Group primero, y años más tarde en la Bauhaus.

Su carrera artística comienza realmente en 1908, en Alemania, donde estaba viviendo con Gabriele Münter en Murnau, tras una breve parada en París, donde comenzó a pintar pequeños dibujos de influencia impresionista.

Aunque sus temas favoritos siguen siendo los mismos, paisajes y escenas de la cultura popular, los empieza a tratar de una manera cada vez más abstracta, con una autonomía de color que va en aumento. En 1914, con el estallido de la guerra, se marcha a Suiza, partiendo luego a Moscú, donde permanecerá hasta 1914. Fue aquí donde empezó a escribir el texto que hoy conocemos como Punto y línea sobre el plano y que años más tarde continuará con De lo espiritual en el arte, obra que le convertiría en el artista de la “necesidad interior”.

Búsqueda de la espiritualidad

La identificación de su arte con esta búsqueda de la espiritualidad ha hecho durante mucho tiempo que toda su obra quede reducida a aquellas piezas realizadas a lo largo de unos pocos años en esta década decisiva. A causa de esta interpretación y desintegración de su obra, que se produce al ajustarse a unas perspectivas tan reducidas, aún hoy, es difícil apreciar todo su trabajo.

Debemos tener en cuenta que pese a que su evolución estética y espiritual esté muy lejos de ser homogénea y lineal, el abandono de la representación del mundo sensible se produjo a lo largo de un proceso que le tomaría poco más de veinte años, años en los que viajaría continuamente del principio al final, errando y corrigiendo, hasta llegar a una abstracción cada vez más pura, y con mayor carga espiritual. Buena prueba de ello es el hecho de que sus obras de madurez contengan tanto figuración como abstracción, y a pesar de ello consigan alcanzar una perfecta armonía y comunión.

Ir y venir

El Centro Georges Pompidou ha brindado la oportunidad de contemplar este ir y venir que se trajo Kandinsky entre manos toda su vida, mostrando, por primera vez en 25 años, este camino, que algunos se han atrevido a calificar “hacia la abstracción”.

A través de las diversas salas se va dibujando una vía que logra conectar los períodos clave de la carrera artística del pintor (Múnich, París / Múnich / Moscú / Weimar, Dessau, Berlín / París) por medio de una cuidada y magnífica selección de cien pinturas, que abarcan de 1907 a 1942.

Gracias a la colaboración sin precedentes del Centro Pompidou, el Städtische Galerie im Lenbachhaus de Múnich y el Museo Solomon R. Guggenheim de Nueva York, esta retrospectiva internacional, con parada en Múnich, París y Nueva York, ha logrado reunir las tres grandes colecciones del trabajo de Kandinsky, así como piezas clave de otras instituciones y colecciones privadas.

A través de obras excepcionales, esta muestra única examina la contribución de Kandinsky al arte moderno, revelando la importante contribución de su figura a su tiempo.

París. Kandinsky. Centro Georges Pompidou.