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La belleza de lo grotesco de James Ensor llega a Madrid

En ella, Ensor conjuga la estridente riqueza cromática, las figuras extravagantes, el carnaval, la muerte y la sátira social, es decir, todos los elementos que le definen como uno de los artistas belgas más significativos y precursor de movimientos como el expresionismo y el surrealismo.

Ahora que se cumple el 150 aniversario de su nacimiento, y con ocasión de la Presidencia belga de la Unión Europea, la Fundación Carlos de Amberes de Madrid ha inaugurado esta tarde, con la presencia del primer ministro de Bélgica, Yves Leterme, una gran exposición de la obra de este pintor que incluye la serie completa de los grabados que realizó a lo largo de su vida, pertenecientes a la colección Frank Deceuninck, así como una selección de óleos, entre ellos los tres únicos cuadros del pintor existentes en colecciones españolas (en el Museo Thyssen-Bornemisza y el Museo de Bellas Artes de Bilbao).

No faltan diversas versiones en diferentes formatos de La Entrada de Cristo. Por último, y en un pequeño guiño a uno de sus leitmotiv, se exponen diversas máscaras procedentes del Museo de la Máscara y el Carnaval de Binche. La muestra, comisariada por Xavier Tricot, experto en la obra del artista, se divide en cuatro secciones que engloban los temas principales de su obra. A través de este recorrido completo y apasionante por su carrera y sus obsesiones (Ostende, la religión, el carnaval, la muerte, el propio Ensor…) se podrá conocer algo más de este artista belga, dotado de un complejo carácter que configuró una iconografía personalísima y muy influyente.

Cuatro secciones

Más en concreto, las cerca de 150 obras que conforman la exposición están repartidas en estas cuatro secciones: Retratratos y autorretratos, que consiguen ir más allá de la representación física para mostrar el estado moral del sujeto, tanto en sus autorretratos (su propia imagen es uno de sus temas favoritos) como en los retratos de sus contemporáneos; Paisajes y marinas, una de sus facetas menos conocida que se interesó particularmente en la representación del mar en su Ostende natal y de paisajes típicos de Bélgica; Religión, un tema que obsesionó al artista a lo largo de toda su carrera e inspiró La entrada de Cristo en Bruselas, de la que se podrá ver la versión de tapiz con su cartón; y Máscaras, esqueletos e ironía, el imaginario más conocido del pintor, lleno de colores, personajes extravagantes y burlescos, esqueletos y máscaras inspiradas en una de las celebraciones más importantes en Ostende, el carnaval.

En resumen, la muestra de la Fundación Carlos de Amberes ofrece un recorrido por su obra que permitirá entender cómo este artista atrevido y experimental, que siempre se mantuvo al margen de los movimientos de su época, fue precursor de las vanguardias del siglo XX, que considerarán la pintura como un vehículo de expresión de emociones y de crítica de la sociedad y la realidad.

 

James Ensor, hijo de padre inglés y de madre flamenca, nació y vivió toda su vida en la ciudad costera de Ostende, salvo algún viaje (Londres, París) y su estancia de tres años en Bruselas para estudiar en la Academia de Bellas Artes (1877-1879). El hecho de que prácticamente no saliera de su ciudad natal, tan alejada de los centros artísticos, le mantuvo al margen de las vanguardias del momento.

Su familia, que a excepción de su padre, nunca le apoyó en su decisión de dedicarse al arte, poseía una tienda de souvenirs, donde se vendían porcelanas chinas, abanicos, conchas marinas, máscaras de carnaval y otros objetos decorativos que aparecieron con frecuencia en sus cuadros.

Miembro fundador de Les XX, grupo muy activo de artistas belgas, a partir de 1908 comienza a asentar su fama gracias a la publicación de una monografía sobre su vida y su creación escrita por el gran poeta y crítico Émile Verhaeren y a una gran retrospectiva de su obra en el Rotterdamsche Kunstring.

El reconocimiento oficial y el aplauso popular finalmente llegarán para Ensor en la década de 1920, con una serie de exposiciones en las principales capitales europeas, culminando en 1929 con la gran retrospectiva de su obra en el Palais des Beaux-Arts de Bruselas, cuando el rey de los belgas concede al pintor el título de barón y su ciudad natal erige un monumento en su honor.

 

Madrid. James Ensor. La belleza de lo grotesco. Fundación Carlos de Amberes [1].

Del 1 de octubre al 8 de diciembre de 2010.

Comisario: Xavier Tricot.

Imagen principal: Los cocineros peligrosos. 1896, Óleo sobre lienzo. Colección privada. © Sabam