La NYPL fue la primera biblioteca pública de la ciudad y hoy cuenta con uno de los mayores fondos bibliográficos del mundo, además de estar considerada como uno de los mejores centros de difusión cultural del planeta. “El objetivo de la exposición es mostrar la profundidad y envergadura de la esplendorosa colección de la biblioteca”, afirma el comisario de la exposición, Thomas Mellins.
Futuro incierto
Desgraciadamente, la Biblioteca [1], cuyo primer presupuesto fue de 2,4 millones de dólares de la época, una auténtica fortuna, celebra su primer siglo con recortes presupuestarios que amenazan con reducir tanto los servicios ofertados por la institución como sus días de apertura. A través de las campañas «Salva a la Biblioteca del recorte de 40 millones de dólares (28 millones de euros) o solo podremos abrir cuatro días a la semana” y «Encuentra el futuro, financia el futuro», la institución advierte, tal y como aparece en su página web, de que si no consigue aumentar las donaciones se verá obligada a cerrar talleres de informática e infantiles y reducir a un tercio las nuevas adquisiciones de libros y material audiovisual en sus 89 centros distribuidos por la ciudad.
Celebrando cien años se divide en cuatro secciones –Observación, Contemplación, Creatividad y Cultura– en las que se exhiben ejemplares únicos, manuscritos originales y otras reliquias rescatadas para la ocasión de sus más de 120 kilómetros de estanterías.
Entre las piezas que se exponen se encuentra la primera Biblia de Gutenberg comprada en América, un escrito de Cristóbal Colón, una colección de tablillas de arcilla en escritura cuneiforme sumeria, además de otras piezas curiosas, como el mechón de cabello que Mary Shelly –autora de la novela Frankenstein o el Moderno Prometeo– le envió a Thomas Jefferson, carnés de baile del siglo XIX o la letra manuscrita de la popular canción Lover Man, del compositor y saxofonista John Coltrane. Una variada selección de un fondo cultural que la dirección de la institución, desde sus inicios, optó por ampliar con cuantos documentos y piezas de valor histórico y cultural estuvieran a su alcance. Así, también se exponen una copia del libro Mein Kampf de Adolf Hitler y trajes del Ku Klux Klan.