Con sus cuatro pisos de techos altos y grandes ventanales, el edificio –anteriormente una tienda de modas en Fulham Road, en Chelsea– ha resultado ser una galería de arte perfecta para exponer las obras de Tarrant y de otros catorce artistas amigos y conocidos que para la ocasión formaron un colectivo de arte llamado Elm Queen’s Artists.
En Gran Bretaña, como en muchos otros países, la recesión ha obligado a muchos comercios minoristas a cerrar o a trasladar sus locales a barrios más baratos, dejando tras de sí unos amplios espacios que en general permanecen vacíos. A la vista de estas circunstancias, comisarios y artistas emprendedores independientes están pasando a la acción, tratando de persuadir a los propietarios y a los ayuntamientos para que les permitan utilizar temporalmente los locales vacíos. Nuevas galerías han surgido recientemente en toda Inglaterra, pero especialmente en Londres, en lugares tan variados como locales de centros comerciales, un concesionario de motos o una tienda de vídeos.
Situación emergente
La mayoría de estos acuerdos entre propietarios “de vacío” y “artistas necesitados” hacen realidad el sueño del artista, pero también benefician al propietario, cada vez más preocupado por los altos costes de mantenimiento o –como última y penosa alternativa– el abandono definitivo del local.
El caso de Simon Tarrant es un ejemplo de acuerdo típico al que se está llegando: el artista paga todos los gastos generales generados durante el período de utilización, cede al propietario el 15% de los ingresos por obras vendidas y se compromete a devolver el local en el mismo estado en el que estaba, que en la práctica resulta en mejor estado del que estaba, ya que casi siempre terminan realizando pequeñas obras de pintura y adecentamiento que benefician a la propiedad.
Todo esto sin tener en cuenta que en su nuevo papel como galería, el local atrae un flujo constante de visitantes que de otro modo no se generaría, contribuyendo a mantener el prestigio del local e, incluso en algún caso, la visita de posibles interesados en su alquiler o compra.
El mes pasado el gobierno británico, preocupado por los riesgos económicos, psicológicos y penales de los locales vacíos, anunció un «fondo de recuperación» por importe de tres millones de libras a disposición de los gobiernos locales de las zonas más afectadas, para convertir los locales vacíos en algo útil y otro fondo de medio millón de libras para ayudar a su vez a los artistas y organizaciones a utilizar estos espacios.